¿Esperabas ver una Luna azul y, en cambio, te tocó ver una Luna roja? Lo primero era imposible, pero lo segundo sí pudo pasar. Esto sabemos.
El momento lunar por el cual acabamos de pasar es uno de los más especiales que nos reservaba el año. ¿Las razones? Vimos una superluna, es decir, a nuestro satélite natural alcanzando el punto de su órbita que lo sitúa más cerca de la Tierra y, en consecuencia, pudimos apreciar al astro vecino mucho más grande y brillante de lo acostumbrado. Pero eso no es todo, puesto que se trató también de una Luna azul, que, por cierto, en algunos lugares se vio roja. ¿Por qué? Te contamos lo que sabemos.
¿Qué son las lunas azules?
Yendo por orden, lo primero es explicar en qué consiste una Luna azul. Antes de que sigas haciéndote ilusiones o, en su defecto, ya hayas pasado por una decepción, es mejor aclarar que el nombre otorgado a este momento del satélite no es por motivo de la coloración que adopta.
De acuerdo a las investigaciones de Lydia Leija, periodista de National Geographic en Español, los nombramientos que confieren un color a la Luna responden, más que a otra cosa, a las licencias poéticas que buscan identificar a los eventos astronómicos.
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En este caso, vamos a decir que, así como tenemos Luna azul, también tenemos Luna negra y Luna rosa. La primera es la segunda Luna llena de un mes, pero, de igual modo, la tercera, en esta fase, de una estación.
Por no dejar cabos sueltos, permítenos decirte que la Luna negra corresponde a la segunda Luna nueva en un mes. Finalmente, conocemos como “rosa” a la Luna llena de abril.
El caso de ahora es el de una Luna azul estacional, pues es la tercera Luna llena de la presente estación. Queda decir, entonces, que la próxima vez que veamos otro de estos momentos de nuestro satélite será hasta mayo de 2026. Ahora puedes notar lo especial del asunto.
Y entonces… ¿por qué roja?
En Reino Unido se reportó que la prometida Luna azul se tiñó de rojo. El suceso fue un tanto desconcertante, en buena parte por la oposición que pone su nombre a los hechos. Hay una razón.
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Resulta que, según informa BBC Mundo, los incendios forestales de América del Norte tuvieron mucho que ver. Su influencia atravesó el Atlántico y afectó a la atmósfera en Europa. Y es que las partículas del humo dispersaron la luz resaltando el naranja y el rojo del espectro visible.
Por efecto de las nubes y la lluvia, dichas partículas deberían comenzar a dispersarse, haciendo que todo vuelva a la normalidad y ese desconcertante rojo desaparezca.
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