Es difícil captar objetos tan grandes en el Sistema Solar. Más aún en el Cinturón de Asteroides, desde donde cientos de millones de objetos rocosos orbitan alrededor del Sol. Incluso Palas y Vesta, las rocas más grandes conocidas en la zona, fueron difíciles de detectar. Éste no es el caso de 253 Mathilde: una roca gigantesca que abunda en carbono —y podría revelar cómo era nuestro Sistema Solar en sus orígenes.
Descubierto en 1885 por Johann Palisa, en Austria, este asteroide gigantesco sigue generando inquietud entre los astrónomos contemporáneos. Especialmente porque 253 Mathilde mide 52 kilómetros de largo. Esto es lo que sabemos al respecto.
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253 Mathilde es uno de los objetos más grandes que se han identificado en el Cinturón de Asteroides, una barrera natural entre Marte y Júpiter que divide a los planetas rocosos de los gaseosos. Se sabe que completa una vuelta al Sol cada 4.3 años, y tarda 17.4 días en girar sobre su propio eje. Para un asteroide, este ritmo se considera muy lento.
Además de sus dimensiones colosales, los astrónomos contemporáneos están interesados en 253 Mathilde por su composición natural:
«Mathilde es un asteroide de tipo C», documenta la NASA, «lo que significa que está hecho de roca rica en carbono, y probablemente haya cambiado muy poco en los últimos 4 mil 500 millones de años».
Por ello, este pedazo de roca cósmica se puede entender como una cápsula del tiempo, que guarda evidencia del momento en el que se formaron los planetas del Sistema Solar. Además, todo ese carbono hace que 253 Mathilde haya sido casi imposible de detectar, ya que refleja muy poco la luz del Sol.
Los científicos calculan que este asteroide gigantesco sólo refleja el 4 % de la luz solar que lo impacta. Esto hace que 253 Mathilde sea uno de los objetos más viejos y más oscuros del Sistema Solar.
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253 Mathilde tiene una forma más irregular de lo que la NASA esperaba. Principalmente, le atribuyen estas deformaciones a los impactos con otros asteroides entre Marte y Júpiter:
«El grado en que el asteroide ha sido golpeado por las colisiones es asombroso. A primera vista, hay más cráteres enormes que asteroides», explica el Dr. Joseph Veverka de la Universidad de Cornell, quien dirigió el equipo científico de imágenes de la misión para entender mejor a este objeto cósmico.
No sólo eso: parece que 253 Mathilde tiene muy baja densidad. Por lo cual, los investigadores tienen la teoría de que podría ser sólo un montón de material suelo, más que una roca sólida. Considerando que se encuentra a una distancia entre 50 y 375 millones de kilómetros de la Tierra —y que tiene una órbita estable—, es poco probable que esta roca gigantesca impacte a nuestro planeta pronto.
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