Astrónomos de diferentes partes del mundo han escuchado por primera vez el zumbido de las ondas que fluyen en la Vía Láctea. Este descubrimiento podría ayudar a comprender cómo se formó el universo, las galaxias y los agujeros negros.
Las ondas gravitacionales fueron predichas por Albert Einstein en 1915. A lo largo de la historia se ha teorizado sobre ellas y fue hasta 2015 cuando se detectaron experimentalmente por el Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser (LIGO). Ahora, las investigaciones han confirmado su presencia.
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Tras 15 años de recolección de datos, esfuerzos en conjunto y afinar la escucha, un grupo de científicos del Observatorio de Nanohercios de Ondas Gravitacionales de América del Norte (NANOGrav), publicaron el hallazgo en ‘The Astrophysical Journal Letters‘.
Las ondas gravitacionales son perturbaciones en el tejido del espacio-tiempo, y desde de diez años, en 2020, los científicos de NANOGrav detectaron indicios de un ‘zumbido’ adicional generalizado. Tres años después, publicaron el descubrimiento tras haber acumulado suficientes pruebas concretas sobre el fondo de ondas gravitacionales.
“El conjunto de datos NANOGrav de 15 años contiene observaciones de 68 púlsares obtenidos entre julio de 2004 y agosto de 2020 con el Observatorio de Arecibo (Arecibo), el Telescopio Green Bank (GBT) y el Very Large Array (VLA)”, menciona la publicación.
En esta investigación que podría revelar secretos del Big Bang se utilizó una antena del tamaño de una galaxia de púlsares de milisegundos en la Vía Láctea, una especie de ‘laboratorio’ virtual.
“Es como un coro, con todos estos pares de agujeros negros supermasivos resonando en diferentes frecuencias. Esta es la primera evidencia que tenemos del fondo de ondas gravitacionales. Hemos abierto una nueva ventana de observación del Universo”, dijo Chiara Mingarelli, investigadora del NANOGrav.
Stephen Taylor, astrofísico de ondas gravitacionales de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee y codirector de la investigación, afirmó que la señal detectada es una evidencia consistente con las expectativas teóricas de ondas gravitacionales que emergen de pares de agujeros negros supermasivos, que pesan tanto como miles de millones de soles.
Estas ondas, que encogen y estiran el tejido del espacio-tiempo mientras viajan a la velocidad de la luz. Son las más poderosas medidas hasta ahora, y también podrían ser generadas por algo más, como el eco de cuerdas cósmicas.
“Lo que viene ahora es todo. Este es solo el comienzo”, expresó la investigadora Chiara Mingarelli.
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