Navegando el Universo bajo sus propias reglas, la naturaleza de los planetas vagabundos sigue envuelta en un halo de misterio para los astrofísicos.
Moviéndose ágilmente entre los recovecos más recónditos del Universo, los planetas vagabundos no caen bajo la influencia de sistemas solares completos. Incluso a pesar de la potencia gravitacional que tienen algunas estrellas, estos cuerpos celestes nadan libres entre las corrientes cósmicas bajo sus propias reglas.
Por su independencia a las estrellas, algunos científicos sugieren que los planetas vagabundos podrían servir como vehículo para viajes interestelares. Otras líneas de investigación relegan esta posibilidad, sin embargo, . Esto es lo que se sabe al respecto hasta ahora.
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Planetas indómitos que navegan a la deriva
La NASA tiene conocimiento de los planetas vagabundos desde hace años. A partir de la tecnología empleada en el Nancy Grace Roman Space Telescope, la agencia espacial realizó una simulación del Universo para tener un estimado de cuántos habría por ahí, navegando el cosmos bajo sus propias reglas.
En general, se sabe que estos planetas se forman aislados de nubes de gas y polvo cósmico, en un proceso similar al que se crean las estrellas. Con respecto a cómo distinguir estos cuerpos celestes de planetas ‘normales’, la NASA señala lo siguiente:
«[Los planetas vagabundos] son cuerpos que flotan libremente a la deriva a través de nuestra galaxia sin ataduras a una estrella. Estudiar estos mundos insulares nos ayudará a comprender más acerca de cómo se forman, evolucionan y se separan los sistemas planetarios».
A partir del análisis realizado para explica la agencia, son difíciles de rastrear en el Universo.
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¿Se puede realmente domar a un planeta rebelde?
Algunos astrofísicos, como Irina Romanovskaya, piensan que los planetas vagabundos más cercanos a nuestro Sistema Solar provienen de la Nube de Oort. Como profesora de Física y Astronomía del Community College de Houston, la describe como «una enorme ‘escombrera’ espacial», que ha producido miles de millones de cuerpos celestes.
Por su parte, la NASA define este espacio interestelar como «una capa esférica gigante que rodea el resto del Sistema Solar«. Visto de otra manera, se podría entender como una burbuja con gruesas paredes de hielo, donde se han formado diversos cometas y planetas enteros.
En un estudio reciente conducido por Romanovskaya, la autora piensa que los planetas vagabundos podrían convertirse en vehículos para que civilizaciones extraterrestres migren a otros sistemas planetarios. Algunos de ellos podrían venir de la Nube de Oort, por la inmensa cantidad de cuerpos celestes que ahí han nacido.
«Propongo que las civilizaciones extraterrestres pueden usar planetas que flotan libremente como transporte interestelar para alcanzar, explorar y colonizar sistemas planetarios,» escribe la autora para Cambridge University Press.
La astrofísica estadounidense concluye lo anterior bajo el supuesto de que, efectivamente, no estamos solos en el cosmos. Y lo que es más: que tienen la tecnología suficiente para domar planetas enteros. Aunque parece una posibilidad lejana, Romanovskaya sugiere que este tipo de movimientos interestelares es posible, por medio de «planetas que flotan libremente» en el espacio exterior.
Otras líneas de pensamiento se oponen a esta posibilidad, a falta de evidencia concluyente.
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