Spica, Betelgeuse y Arcturus son las tres estrellas más brillantes de la noche en el Hemisferio Norte. Poco tiempo después del anochecer, estos cuerpos astronómicos dominan la bóveda celeste por su fulgor potente. Más aún cuando hay luna nueva, y el resplandor pálido de la Luna no les hace competencia.
Particularmente desde septiembre, Arcturus gana protagonismo en el cielo nocturno. Como una estrella gigante roja, emite «215 veces más calor que el sol de la Tierra«, según documenta Sistema Solar: a apenas 37 años luz de distancia, su luz nos alcanza cada noche con una intensidad particular. Esto es todo lo que sabemos sobre ella.
Arcturus marcó un hito en la investigación astronómica moderna. Fue la primera en demostrar que las estrellas no están fijas e inmutables, sino que pueden moverse. Y lo que es más, según documenta la NASA, «en comparación con otras estrellas, se mueve extremadamente rápido con respecto a nuestro sistema solar».
El astrónomo británico Edmund Halley estuvo a cargo de su estudio originalmente, en el siglo XVII. Sin embargo, a partir de sus observaciones, se afianzó la idea de que las estrellas se mueven como objetos independientes. De hecho, Arcturus es el cuerpo principal de un grupo de 53 estrellas que se mueven conjuntamente a través de nuestra galaxia. A todas ellas se les conoce como «Grupo de Arturo».
Hoy en día, se sabe que Arcturus es una estrella de color naranja, que figura como la más brillante de la constelación Boötes. Los astrónomos contemporáneos piensan que, por el curso natural en la vida de estos cuerpos celestes, cuando se acerque su muerte se convertirá en una enana blanca.
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Traducido del griego, el nombre de ‘Arcturus’ (Ἀρκτοῦρος) se traduce literalmente como «guardián del oso». Esto es así porque es el objeto más luminoso cerca de la Osa Mayor, una constelación adyacente. De ahí que, actualmente, se le reconozca a esta estrella como ‘el guardián de la Osa‘.
Arcturus es una estrella verdaderamente brillante. Si la contaminación lumínica y las condiciones meteorológicas lo permiten, es posible localizarla «en el oeste en las primeras horas después de que oscurezca«, según los registros de la NASA.
Lo más sencillo es buscar la Osa Mayor, y seguir con la mirada hacia el sur. Una referencia es extender la mano, en una distancia aproximada entre el dedo pulgar y el meñique. A esta acción de medición rudimentaria se le conoce históricamente como «arco a Arcturus«.
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