El listón de las misiones espaciales tripuladas se cortó en 1961, cuando Yuri Gagarin, un cosmonauta soviético, se convirtió en el primer ser humano en salir de la Tierra. Desde entonces, otros hombres y mujeres han pasado las fronteras terrestres con el fin de explorar e investigar lo que hay fuera de nuestro mundo. Incluso, habría que sumar los vuelos comerciales a los hechos del tiempo presente. Con relación a ello, varias preguntas, motivadas por los factores más comunes, aparecen en el radar. Una de ellas es la de qué pasa si una persona muere en el espacio.
Algo tan natural, como la muerte, puede presentarse en cualquier lugar y momento. El que cada vez sea más recurrente la salida de la Tierra, por parte de los seres humanos, nos hace plantearnos diversos escenarios que, desafortunadamente, no son nada descabellados.
La historia ya cuenta algunos decesos en las misiones espaciales. Entre las tragedias más recordadas, en este sentido, están las de los transbordadores espaciales de la NASA de 1986 y 2003, mismas que suman 14 defunciones a la lista de personas que han perdido la vida en circunstancias de este tipo.
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Sin embargo, a poco más de 60 de años de exploración espacial, solo se han registrado 20 muertes de personas, dato que causa cierta sorpresa, considerando los riesgos existentes en todo el proceso de llevar vida a un lugar donde la condiciones no son, precisamente, las mejores para su conservación.
En los próximos años se esperan importantes misiones. Algunas, por ejemplo, son la del regreso a la Luna en 2025 y la primera visita humana a Marte, prevista para la próxima década. Los equipos especializados saben mucho más que antes, pero no pierden de vista que la muerte acecha, sobre todo por las incertidumbres que todavía están implicadas en estos objetivos.
Emmanuel Urquieta, profesor de Medicina Espacial del Baylor College of Medicine, explica, en un artículo publicado en The Conversation, que existen protocolos destinados a atender la posible muerte de una persona en el espacio exterior. Estos dependen de qué tan lejos ocurra la pérdida.
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En el caso de que la muerte acontezca en la órbita terrestre baja, el cuerpo puede volver en una cápsula en pocas horas. Urquieta explica que la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) ya considera que el fallecimiento pudiera ocurrir como parte de una misión a la Luna. De ser así, la tripulación podría regresar en algunos días.
Contemplar qué sucedería si la muerte de un astronauta sucede en la futura misión a Marte es necesario. Aquí, las cosas se complican, puesto que no es posible regresar a la brevedad, ya que el viaje toma demasiado tiempo. De modo que, ante tal circunstancia, lo natural sería preservar el cuerpo en una cámara separada y esperar el término de la travesía.
“Todavía hay muchas incógnitas sobre cómo se enfrentarían los exploradores a una muerte. No se trata solo de qué hacer con el cadáver. Ayudar a la tripulación y a las familias a superar la pérdida es tan importante como ocuparse de los restos de la persona fallecida”, concluye Emmanuel Urquieta.
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