Al momento de cruzar la atmósfera terrestre, algunas estrellas fugaces llegan a alcanzar hasta 250 mil kilómetros por hora.
Aunque las estrellas fugaces se conocen popularmente de esa manera, la verdad es que estos objetos no son estrellas. Sin embargo, se les asocia con ellas porque, al igual que éstas, son cuerpos que se perciben por la luz que emiten.
Desde la Tierra, las estrellas fugaces se aprecian como uno de los espectáculos más atractivos del cielo nocturno. Ver a esos cuerpos errantes brillando, ante el contraste de una densa oscuridad, es algo que ha maravillado a los seres humanos de todo tiempo. A esto se debe sumar que, a diferencia de los “colosos luminosos”, como el Sol, los objetos en cuestión se distinguen apenas como ráfagas de luz, de ahí que lleven la etiqueta de “fugaces”.
Las estrellas fugaces, además, han sido objeto del imaginario humano, el cual se ha encargado de significar al evento astronómico. Existía, por ejemplo, una creencia en la Antigua Grecia. Según ese pensamiento, los mencionados cuerpos celestes aparecían cuando los dioses observaban atentamente a los seres mortales. En ese instante se abría una brecha en el cosmos, de la cual surgía la estrella fugaz, en señal del momento de atención divina.
De lo anterior derivó una de las tradiciones más arraigadas al fenómeno, es decir, aquella que dicta que cuando se ve una estrella fugaz es el momento indicado para pedir un deseo. Esta idea trascendió hasta la contemporaneidad. No obstante, más allá de esto, los científicos también se preguntaron qué son las estrellas fugaces y, si bien aún existen múltiples misterios vinculados al Universo, los expertos han hecho que éstas ya no permanezcan en el terreno de lo desconocido.
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¿Qué son las estrellas fugaces y cómo se forman?
En realidad, lo que se conoce como estrella fugaz tiene su origen en los meteoroides, cuerpos que, según informa la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), se ven representados por objetos que van desde granos de polvo hasta pequeños asteroides.
Cuando un meteoroide entra a la atmósfera terrestre, o a la de cualquier otro planeta, este cuerpo inicial es atraído por la gravedad, fuerza que lo lleva a atravesar el “manto”, produciéndose, entonces, un evento luminoso derivado de la ionización del aire. Así, se da lugar a un fenómeno que se conoce como meteoro o estrella fugaz.
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Dicho de otra forma, cuando el meteoroide comienza su trayectoria por la atmósfera terrestre, se quema rápidamente, liberando el resplandor que puede ser fácilmente captado por el ojo humano. Sobra añadir que las estrellas fugaces se distinguen por su velocidad, pues llegan a alcanzar hasta los 250 mil kilómetros por hora.
No hay tiempos estimados para las estrellas fugaces. Éstas, a diferencia de otros fenómenos astronómicos, se pueden observar en cualquier momento del año y desde cualquier punto de la Tierra.
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