Bajo la amenaza de ataques por parte del talibán, arqueólogos excavan un complejo budista espectacular, antes de que sea arrasado por una operación enorme de extracción de cobre.
En los últimos siete años, un equipo de arqueólogos afganos e internacionales, apoyados por 650 trabajadores, ha desenterrado miles de
estatuas manuscritos, monedas y monumentos sagrados budistas, y sacado a la luz monasterios y fortificaciones completas en el sur de Kabul, que datan del siglo III d. C.
La excavación es, por mucho, la más ambiciosa en la historia de Afganistán. Sin embargo, hay seguridad que no se puso sólo para la protección exclusiva de unos cuantos científicos y obreros locales.
Sepultada bajo las ruinas yace una veta de mineral de cobre de 4 kilómetros de ancho que se extiende kilómetro y medio o más hacia el interior de Baba Wali, la montaña que domina el sitio. Está considerado como uno de los yacimientos sin explotar más grandes del mundo con alrededor de 11.4 millones de toneladas de cobre.
En la antigüedad, este metal hizo ricos a los monjes budistas de la localidad.
El nombre es engañoso: Mes Aynak, "pequeña fuente de cobre", pero el lugar nada tiene de pequeño. En 2007, China Metallurgical Group Corporation, compañía de Pekín que encabeza un consorcio respaldado por el gobierno, ganó los derechos de extracción de cobre con un contrato de arrendamiento a 30 años (China está ávida por este metal; hoy consume la mitad de la producción mundial). La empresa ofertó más de 3,000 millones de dólares y prometió proporcionar infraestructura al subdesarrollado distrito, incluidos caminos, un ferrocarril y una planta eléctrica de 400 megavatios. Funcionarios afganos calcularon que la mina inyectaría 1200 millones de dólares a la endeble economía nacional que, desde 2002, depende de la ayuda exterior y hoy encara un déficit anual de 7,000 millones de dólares.
El potencial arqueológico de Mes Aynak fue descubierto hace décadas, de manera que, cuando se hizo público el acuerdo con los chinos, defensores de la herencia cultural afgana exigieron que los antiguos tesoros del lugar se encargarán y se registraran debidamente antes de que se perdieran por causa de la mina a cielo abierto.
A pesar de la estrecha seguridad, las amenazas actuales han demorado el desarrollo de la mina.
Construido por ingenieros chinos, el complejo de techo azul fue abandonado luego de una serie de ataques con cohetes en 2013. Las minas terrestres que dejaron los soviéticos en la década de los 80 del siglo XX suponen otro peligro, igual que los artefactos explosivos sembrados más recientemente por los talibanes.
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