Este domingo el paso del ?Cosco Shipping? inaugurará la ampliación del canal de Panamá, obra que impidió que la vía se volviera obsoleta.
Todo Panamá está pendiente de un barco: el "Cosco Shipping", que el domingo surcará la esclusa de Cocolí ante los ojos del presidente Juan Carlos Varela, mandatarios amigos de la región, invitados y miles de curiosos. Su llegada marcará la inauguración de la ampliación del canal de Panamá y, con ello, abrirá una nueva era en el comercio marítimo mundial.
En el futuro, cargueros de la clase post Panamax con capacidad para hasta 14,000 contenedores podrán surcar el canal. Esto supone un salto gigante, pues hasta ahora el máximo que podían transportar las embarcaciones que lo cruzaran era 4,400 contenedores. De este modo, buques cisterna como los de gas licuado podrían ahorrar tiempo y costos eligiendo la ruta por el istmo centroamericano en lugar del cabo de Hornos, en el extremo sur de Chile. (Lee: Los sacrificios por el canal de Panamá)
"La industria marítima, buscando economías de escala, decidió lanzar la construcción de naves más grandes que no cabían por el canal actual", explica el vicejefe de la administración del canal, Manuel Benítez. "Esa tendencia ya la habíamos anticipado y sabíamos que no iba a detenerse, así que o nos ajustábamos para poder permitir el paso por esta ruta de buques más grandes o nos quedábamos con un canal que se iba a quedar obsoleto y no iba a seguir siendo una ruta principal en el siglo XXI".
A fin de que el canal siga ocupando su sitio en la economía mundial, los panameños emprendieron una batalla campal en la selva: en total, fueron eliminados 150 millones de kilómetros cúbicos de tierra y grava.
En los dos nuevos complejos de esclusas en el lado del Atlántico y el Pacífico se emplearon 12 millones de toneladas de cemento y 192,000 de acero, 19 veces la cantidad usada en la Torre Eiffel de París. En los últimos nueve años, las obras han dado empleo a unos 40,000 trabajadores.
El megaproyecto ha costado 5,250 millones de dólares. No obstante, la administración del canal sigue peleándose con la constructora GUPC por los costos extra de 1,600 millones de dólares, lo que encarecería enormemente la ampliación.
A ambos lados del canal se han abierto nuevos canales de acceso y esclusas mayores. Además, los dragadores profundizaron y ampliaron las vías navegables, de manera que en el futuro, los barcos más pequeños pasarán por la antigua ruta y los grandes, por la nueva.
Diariamente cruzan el canal entre 35 y 40 embarcaciones, algo que en principio no cambiará. Lo que sí lo hará es el tamaño de los buques. "Con la ampliación podremos volver a hacer pasar al 96 por ciento de los barcos mundiales", afirma Mónica Martínez, de la administración del canal. "Calculamos que el rendimiento específico del flete podrá duplicarse de los 300 millones de toneladas al año actuales a 600 millones de toneladas."
Desde la torre de control de Cocolí, en el lado del Pacífico, los vigilantes observan las nuevas instalaciones con tres cámaras. "Desde aquí se puede controlar todo haciendo clic con el ratón", dice Abdiel Julio. Las puertas de la esclusa, construidas en Italia, necesitan 5 minutos para abrirse y cerrarse. Y son necesarias tres horas para elevar los barcos unos 28 metros hasta alcanzar el nivel del lago Gatún.
"Por motivos de seguridad, todos los sistemas están dispuestos de manera redundante. Las puertas de la esclusa, los motores, la electrónica y las toberas. "Así nos aseguramos de que pueda seguir funcionando aún en caso de problemas técnicos", señala Julio. De hecho, el canal de Panamá no cierra por completo prácticamente nunca: sólo ha ocurrido tres veces en los últimos 100 años.
Eso sí, debido a la falta de agua, en los últimos tiempos el canal se vio obligado a disminuir el número diario de pasajes. Con el antiguo sistema, tras el paso por la esclusa toda el agua se vertía al mar. Las nuevas esclusas, en cambio, disponen de nueve cisternas colectoras. Cada una de ellas tiene una capacidad equivalente a 18 piscinas olímpicas. Y de este modo, en el futuro se podrá reutilizar el 60 por ciento del agua.
La ampliación del canal de Panamá ya se ha hecho notar en la economía marítima de toda la región. Numerosas ciudades están equipando sus puertos para poder acoger en el futuro embarcaciones de la clase post Panamax. Así, la colombiana Cartagena lleva invertidos 800 millones de dólares, la peruana Callao otros 700 millones de dólares y la chilena San Antonio, 440 millones de dólares. Según el Boston Consulting Group, en Estados Unidos se almacenarán el 10 por ciento de los contenedores que pasen de la costa oeste a la este.
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