Recientemente, tanto gentiles como jaredíes se manifestaron en Jerusalén, en el marco del 76 aniversario de la declaración de independencia del Estado de Israel.
Excavaciones arqueológicas en Judea y Samaria han demostrado la presencia histórica de una vasta presencia de diversidad étnica y cultural. Filisteos, babilonios, sumerios, acadios, egipcios, hititas, hebreos y muchas culturas más coexistieron en esta región durante siglos. Aunque no siempre de forma pacífica. El sionismo busca reclamar esta tierra histórica para el judaísmo y el establecimiento de un estado soberano, respaldado por un «derecho histórico y divino».
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Registros religiosos como la Torá (o Antiguo Testamento en el catolicismo) relatan la presencia previa de numerosas culturas en «Canaan». Además, se describen las conquistas realizadas ante estas por el pueblo hebreo para establecer su reino en el lugar.
¿Qué es el sionismo?
Durante la diáspora, el pueblo judío fue abandonando el Levante mediterráneo a lo largo de varios siglos al hallarse oprimidos por imperios más poderosos. Los eventos que más marcaron este exilio fueron la destrucción del Templo de Salomón, a manos del imperio neobabilónico casi 600 años antes de Cristo, y la destrucción de Jerusalén perpetrada por el imperio romano en el año 70 de nuestra era.
Poco después, la región sería nombrada «Palestina» por el emperador romano Adriano. Y, aunque se halló bajo el control de distintos imperios como el Imperio Otomano, mantendría este nombre durante casi 2 mil años.
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Durante este tiempo, comunidades judías fueron consolidándose en casi todos los rincones del Viejo Mundo, incluyendo Iberia, Etiopía, Egipto, Europa del este y el Cáucaso. Sin embargo, sería en algunas comunidades de judaísmo asquenazí de Europa Central donde nacería la idea de volver a Canaan. Aquí, se buscaría establecer un estado autónomo que garantice la seguridad del pueblo judío.
A finales del siglo XIX, el sionismo político moderno se consolidó gracias a la obra del periodista y activista austrohúngaro Theodor Herzl. El movimiento y la consecuente inmigración de judíos a Palestina fue en parte financiada en parte por figuras como Lord Rothschild. Pronto, alcanzaría tal magnitud que, cerca del final de la Primera Guerra Guerra Mundial, se expidió la Declaración Balfour, en la que:
«El gobierno de Su Majestad aprueba el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, y facilitará la realización de este objetivo con sus mejores esfuerzos»
Sin embargo, no sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial y las atrocidades cometidas en el Holocausto que el sionismo se consolidaría fuertemente en el consciente colectivo mundial.
La declaración de Independencia y la «Nakba»
Las autoridades británicas habían mantenido el control sobre la región durante los últimos 30 años. Durante este tiempo, adoptaron políticas para recibir una gran cantidad de refugiados judíos en Palestina, abandonando definitivamente la región en 1947.
Prácticamente al mismo tiempo, el 14 y 15 de mayo se llevó a cabo la Declaración de Independencia del Estado de Israel, que desataría varias guerras involucrando no sólo a Palestina, sino también a países de la Liga árabe como Siria, Egipto, Líbano y Jordania. Este evento sería conocido en el folclor palestino como «Nakba», o ‘la tragedia’
Desde entonces, las fronteras entre ambos estados (ninguno de los cuales cuenta con reconocimiento internacional absoluto) han estado cambiando constantemente y se mantienen como zonas de conflicto armado hasta la fecha.
El sionismo para los jaredíes
El judaísmo ultraortodoxo, preferiblemente llamado judaísmo jaredí, es un grupo religioso que compone cerca del 10% de la población israelí. Procuran seguir la ley divina de la manera más rigurosa posible y, en su gran mayoría, son opositores del sionismo político y militar.
Algunos incluso han conformado grupos que incursionan en el activismo antisionista como Satmar, Toldos Aharon y Naturei Karta.
Las razones por las que se oponen al sionismos son variadas y van desde el rechazo del esparcimiento de la secularidad en la cultura judía hasta versículos específicos de la enseñanza hebrea.
Tal es el caso del versículo 111a de la Talmud Ketubod. Este exhorta al pueblo judío a no tomar la ‘Tierra Prometida’ por la fuerza, mucho menos antes de la llegada del Mesías.
El judaísmo y el sionismo son dos corrientes ideológicas no solo distintas, sino incompatibles al verse desde ciertos ángulos. Una es de carácter espiritual, mientras que la otra es un movimiento político que ha sido apoyado por potencias occidentales a lo largo de la historia, incluído el momento actual.
Recientemente, el gobierno de los Estados Unidos designó a su Congreso la determinación del envío de ayuda militar al Estado de Israel en la forma de mil millones de dólares en armas, mientras que grupos extremistas como Hamás reciben financiamiento de otras potencias afines.
Resulta seguro decir que ambos bandos libran una guerra con implicaciones que van mucho más allá de la legitimidad o la seguridad de cualquiera de ellos en nuestro mundo globalizado.
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