Investigadores afirman que las piezas eran pésimos instrumentos de combate, y los insulares querían que así fuera.
Pocos monumentos de piedra son tan emblemáticos como los moái de Rapa Nui (Isla de Pascua), y muy pocas lecciones admonitorias se han repetido tanto como el triste destino de la sociedad polinesia que creó esos centinelas de piedra colosales. La historia cuenta que el impulso de crear aquellos monumentos, enormes y enigmáticos, condujo a la deforestación generalizada, lo que a su vez derivó en una guerra sistemática por recursos cada vez más escasos y, finalmente, al colapso social y económico antes que llegaran los primeros europeos, en 1722.
Pero ahora, los artefactos más comunes ?y menos notables- de la isla están desviando el debate hacia la posibilidad de que, previo al contacto europeo, los rapanui se hayan aniquilado casi por completo en un frenesí de violencia organizada.
Para 1877, solo quedaban 110 rapanui vivos en la isla, y fue más o menos por esa época que los etnógrafos europeos comenzaron a recoger sus historias orales sobre las antiguas guerras que destruyeron su comunidad. Desde entonces, diversos investigadores han propuesto que las miles de pequeñas herramientas triangulares de obsidiana, dispersas en toda la isla, fueron las armas utilizadas en dichas batallas.
En su libro ?Colapso?, el explorador residente de National Geographic, Jared Diamond, caracteriza las herramientas, llamadas mata?a, como desperdicios ?de una guerra civil epidémica?. Más aún, una publicación de la Agencia para la Reducción de Amenazas del Departamento de Defensa de Estados Unidos, describe las insignificantes mata?a como un ejemplo de ?innovación de armas de la Edad de Piedra?.
No hubo violencia organizada ni asesinatos en masa.
Douglas Owsley, antropólogo físico
No obstante, un nuevo estudio aporta pruebas de que las mata?a no pudieron usarse como armas letales para violencia sistémica. Y esto sustenta el creciente consenso entre los estudiosos de Rapa Nui, quienes opinan que el conflicto descrito en relatos posteriores jamás ocurrió en realidad, y que aunque los rapanui ciertamente padecieron los efectos de la deforestación y la degradación ambiental, el único ?colapso? ocurrió después del contacto con extranjeros, quienes llevaron a Rapa Nui enfermedades y esclavitud.
Además, los autores del estudio arguyen que aquella comunidad insular aislada tomó la decisión deliberada de producir las mata?a como instrumentos de guerra ineficaces, pues los rapanui sabían que las luchas internas mortales terminarían por exterminar a toda la población.
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?No son más letales que cualquier otro tipo de piedra»
Un equipo de investigación dirigido por el becario National Geographic Carl Lipo, de la Universidad de Binghamton, analizó más de 400 mata?a para determinar si las puntas de obsidiana presentaban patrones consistentes de forma y tamaño que indicaran una función especial; por ejemplo, una forma alargada y angosta para penetrar el cuerpo y perforar órganos. Aunque la longitud y el ancho de las mata?a oscilaba entre 6 y 10 centímetros, sus formas eran tan diversas que fue imposible identificar una categoría con una forma consistente que indicara un diseño para un uso específico. Por el contrario, la gran variedad de siluetas indica que lo más probable es que las mata?a fueran herramientas multiusos y se usaran en todos los aspectos de la vida insular, incluyendo el cultivo y el procesamiento de alimentos.
Si bien los bordes afilados eran ideales para cortar y raspar (hecho respaldado por estudios previos de desgaste), Lipo concluye que su peso y asimetría les volvían ineficientes para infligir heridas punzantes mortales, por lo que considera que las mata?a ?no son más letales que cualquier otro tipo de piedra?.
En un estudio reciente de material esquelético procedente de Rapa Nui, el equipo de Douglas Owsley, director de la División de Antropología Física del Museo Nacional Smithsoniano de Historia Nacional, halló que solo dos de 469 cráneos presentaban un traumatismo que pudo ser ocasionado por el corte de una mata?a. La inmensa mayoría de las lesiones fue resultado de traumatismos contusos provocados al arrojar piedras, una forma de ataque común en Rapa Nui, documentada por visitantes europeos que experimentaron esa violencia.
El arqueólogo Paul Bahn, proponente de la teoría tradicional del colapso, y cuya investigación es citada extensamente por Jared Diamond, descarta la idea de que las mata?a no se usaran como instrumentos de guerra eficaces. ?La mata?a ciertamente habría infligido heridas mortales ?insiste-. En esencia, es una herramienta de corte. Puedes hacer cosas terribles a la gente sin dejar rastro alguno en los huesos?.
Owsley se muestra más circunspecto. ?Por mi experiencia [en antropología física], si realmente quieres matar a alguien, lo golpeas la cabeza ?explica-, y un corte en la cara habría dejado evidencia esquelética?.
Para los estudiosos de Rapa Nui, sigue siendo problemático depender de relatos etnográficos recogidos siglos después que ocurrieron los presuntos acontecimientos. ?Era una población pequeña en una isla pequeña. Todos se conocían bien ?señala Owsley-. Hasta la muerte de solo unos cuantos, compartida y repetida sin cesar por toda la isla, haría que la violencia pareciera mucho más generalizada de lo que fue en realidad?.
¿Un acuerdo tácito de no matar?
Eso no significa que no hubiera conflictos en la vida de Rapa Nui. ?Los rapanui sin duda eran violentos, puedes verlo en toda las lesiones sanadas de los restos esqueléticos; y como objetos cortantes, las mata?a pudieron usarse de muchas maneras amenazadoras?, informa Lipo. Pero, ¿por qué los isleños no desarrollaron herramientas mortíferas eficaces para la guerra, si tuvieron la capacidad tecnología para erigir casi mil moái de 70 toneladas?
?No es que no supieran hacerlo, eso es absurdo ?responde Lipo-. Decidieron no hacerlo?.
La ineficacia de las mata?a como instrumentos de muerte fue una decisión deliberada de la aislada comunidad insular.
Según el libro ?The Statues That Walked?, escrito en 2012 por Lipo y su colega, Terry Hunt, antropólogo de la Universidad de Oregón, no era conveniente escalar los conflictos a niveles que condujeran a una violencia letal en la diminuta y aislada Rapa Nui, una isla de 166 kilómetros cuadrados, localizada a 2,414 kilómetros de su vecino más cercano.
?Esta isla era todo su universo ?explica Lipo-, y la violencia letal solo resulta si puedes actuar de manera anónima, matar y correr, o matar a todos. De lo contrario, tarde o temprano tendrás que encarar las consecuencias del asesinato?.
Según su teoría, los rapanui comprendieron rápidamente esta situación, y desarrollaron diversas formas para competir entre sí que no escalaran a las incesantes masacres por represalias que, a la larga, habrían conducido a la muerte de todos.
Rapa Nui siempre ha sido tratada como una lección admonitoria, pero creo que es lo contrario.
Carl Lipo, antropólogo
El análisis esquelético actual parece apoyar esta idea. ?Los datos de fracturas óseas no corresponden a los periodos de violencia intensa descritos en los relatos etnohistóricos ?informa Owsley-. No hubo violencia organizada ni asesinatos en masa?.
Lipo pide que se adopte una postura más crítica frente a la historia estándar de degradación ambiental, conflicto y decadencia en Rapa Nui. ?La ciencia exige que entendamos qué ocurrió ?dice Lipo-, y debemos aprender muchas lecciones importantes sobre lo que hace falta para tener éxito en una isla pequeña y apartada, donde es necesario trabajar juntos?.
?Rapa Nui siempre ha sido tratada como una lección admonitoria, pero creo que es lo contrario?.