La historia del Titanic quedó impresa en la memoria colectiva. Probablemente se traté de la embarcación más famosa de la historia. Tras hundirse entre el 14 y 15 de abril de 1912, dejó un montón de dudas y expectativas; entre ellas, la del hallazgo de los restos del Titanic en algún lugar del inmenso océano Atlántico.
Si bien el gran tamaño de las piezas podría haber sido una ventaja para encontrarlas, la inmensidad del mar las superaba. De hecho, por el retraso tecnológico de la época, las investigaciones formales comenzaron hasta la segunda mitad del siglo XX. De acuerdo con Britannica, en 1985 el oceanógrafo Robert Ballad comandó una expedición franco-estadounidense a bordo del barco Knorr para hallar los restos.
Desde la embarcación pusieron a prueba el submarino Argo, mismo que descendió aproximadamente 4 kilómetros al fondo del océano. Fue hasta septiembre de 1985, 75 años después del hundimiento, que el submarino encontró sus primeras piezas: las calderas. Después, descubrieron el barco prácticamente entero partido en dos a 24 kilómetros del sitio donde se reportó el accidente con el iceberg.
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Desde el hundimiento se formaron una especie de estalactitas color óxido creadas por microgranismos que se alimentaban del barco. Esto inevitablemente terminó deteriorándolo y poco a poco perdió algunas de sus piezas. Hacia 2019, el Titanic mostró un grado importante de daños desde su descubrimiento.
Ahora, el descubrimiento de las piezas permitió a los especialistas realizar investigaciones que acabaron descifrando algunas incógnitas que dejó el hundimiento. Por ejemplo, se creía que el iceberg dejó una gran rajadura, pero en realidad fueron muchas pequeñas. Además, el análisis de las piezas llevó a los expertos a pensar que los remaches eran de baja calidad.
«Innumerables representaciones, interpretaciones y análisis del desastre del Titanic transformaron el barco en un ícono cultural. Además de ser el tema de numerosos libros, el barco inspiró varias películas…», señala Britannica.
El descubrimiento hizo aún más accesible una historia, cuando menos, conmovedora. Finalmente, los restos del Titanic viven en las profundidades del Atlántico y algunos pocos han podido verlos; sin embargo, gracias a la intensiva reproducción de la historia, muchos consiguieron acercarse al que alguna vez fue el crucero más grande del mundo.
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