El río Sena es todo un símbolo de la ciudad de París, y además es uno de los más populares de Europa, su historia ha estado marcada por prohibiciones, medallas olímpicas y el baño de perros.
A lo largo de los siglos, el río Sena ha tejido una crónica fascinante que refleja las múltiples facetas de la historia parisina. Desde la Edad Media hasta la contemporaneidad, este cauce ha sido testigo de episodios que han dejado una huella duradera en la identidad de la Ciudad de la Luz.
En 1991, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por su nombre en inglés) declaró las orillas del Sena en París como Patrimonio Mundial de la Humanidad. En la ribera se puede apreciar la historia de la ciudad a través del museo del Louvre hasta la Torre Eiffel, pasando por la Plaza de la Concordia, el Grand Palais, la catedral de Notre-Dame y el Petit Palais. Ocho millones de visitantes recorren el río cada año, lo que lo convierte en uno de los lugares más concurridos.
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Prohibido nadar desde hace cien años
El río capital de París albergará competencias en los Juegos Olímpicos en 2024, los atletas serán las primeras personas en volver a nadar en sus aguas después de un siglo de prohibición. Antes de 1923, cuando se impidió oficialmente ingresar a las aguas, los parisinos nadaban en el río, organizaban competiciones de natación como La Travesía de París e instalaban embarcaciones para ofrecer la posibilidad de tomar baños calientes.
«Cuando la gente vea a los atletas nadando en el Sena sin problemas de salud, se sentirán seguros de sí mismos para volver al río», afirmó Pierre Rabadan, subalcalde de París a cargo de los Juegos Olímpicos. «Es nuestra contribución para el futuro».
En los Juegos Olímpicos de París 1900, el río ya había sido escenario de competiciones como la pesca con caña, remo, waterpolo y natación, donde el nadador australiano Frederick Lane ganó dos medallas de oro. Años después, la contaminación por residuos industriales y los desechos de un drenaje desbordado impidió nadar en sus aguas. Aún así, una competencia anual de Navidad sobrevivió hasta la Segunda Guerra Mundial pese a las condiciones del río.
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Bañandero de perros en la ribera del río
El oficio de lavador de perros alguna vez tuvo su origen en las orillas del río Sena. Antes de las peluquerías caninas tal como las conocemos, los hombres se instalaban a la orilla del río para recortar el pelo de los perros de las familias parisinas y dejarlos disfrutar de un baño. Esta peculiar labor perduró del siglo XIX al inicio del XX. Sin embargo, la prohibición para sumergirse en sus aguas también se extendió a los perros. Siglos antes, los caballos también gozaron de baños en las aguas del río donde ahora pasean miles de turistas.
El río Sena y su historial de inundaciones
En enero de 1910, una marea alta severa desencadenó inundaciones masivas en París, el agua alcanzó alrededor de 8,62 metros, al nivel del Puente de Austerlitz. Esta no sería la única pero sí la que quedaría marcada en placas y señales que aún se encuentran en algunos edificios. El Sena volvió a amenazar a los parisinos en 1924, 1955, 1982, 1999-2000, junio de 2016 y enero de 2018.
Tras la alerta de inundación de 2003, alrededor de 100.000 obras de arte se evacuaron, siendo la mayor reubicación artística desde la Segunda Guerra Mundial. Un informe del gobierno francés en 2002 proyectó que una inundación grave costaría 10.000 millones de euros y afectaría a un millón de parisinos. En enero de 2018, el Sena alcanzó los 5,84 metros de altura. La advertencia de inundación se emitió el 24 de enero, alegando la probabilidad de fuertes lluvias relacionadas con el cambio climático.
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