La onda de choque provocada por la erupción fue registrada por barómetros de todo el mundo conforme avanzaba alrededor del globo. Los instrumentos instalados en Wellington, Nueva Zelanda, a 2,500 kilómetros del volcán, fueron los primeros en registrar un cambio súbito de presión atmosférica exactamente dos horas y media después de la erupción.
El Bureau de Metereología australiano estima que la onda de choque viajaba a más de 1,000 kilómetros por hora y fue detectada por al menos seis instrumentos instalados en todo su territorio. El primero ubicado en la Isla Norfolk, a casi 2,000 kilómetros de Tonga y el último en la ciudad de Perth, en el suroeste de Australia. Una vez que la onda alcanzó el extremo occidental del continente, había recorrido unos 7 mil kilómetros en poco más de seis horas.
La onda continuó su expansión y cerca de ocho horas después de la erupción, fue detectada por los barómetros ubicados en Anchorage, la ciudad más grande de Alaska.
Las ondas de choque fueron de tal magnitud, que estaciones ubicadas en el Reino Unido comenzaron a registrar al menos dos grandes eventos, una señal de que las ondas se expandieron por el planeta por ambas direcciones y convergieron en las antípodas de la erupción, en la costa de Argelia, en el Mar Mediterráneo.
Según un primer cálculo de la NASA y el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGC), la erupción del volcán de Tonga liberó una energía equivalente a 10 megatones; es decir, fue unas 500 veces más poderosa que la bomba atómica de Hiroshima.
La explosión también provocó un estruendo que recorrió todo el Pacífico a la velocidad del sonido (1,200 kilómetros por hora) y fue escuchado tanto en islas cercanas como Fiji, la Polinesia Francesa y las Islas Cook, como en Alaska.
Según Michael Poland, geofísico del USGC, la bomba sónica que acompañó la erupción sólo puede compararse con la mítica erupción del Krakatoa en 1883, considerada el sonido más potente jamás registrado.
Si bien la instrumentación de finales del siglo XIX no era tan amplia ni sofisticada como ahora, los barómetros de todo el mundo mostraron picos de presión constantes cada 34 horas durante cinco días, de modo que es posible decir que el estruendo por la explosión del Krakatoa fue tan intenso, que le dio al menos cuatro vueltas a la Tierra.
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