El arte inmortal de Sandro Botticelli recorre museos de todo el mundo. Olvidado por siglos, desde el XIX resurgió el interés por su obra.
Sandro Botticelli destacó como uno de los artistas más estimados de Italia. Pintor, retratista, artista religioso y dibujante, en su apogeo disfrutó de la fama y las glorias del quattrocento italiano. Sus elegantes cuadros de la Virgen y el Niño, sus retablos y sus pinturas mitológicas, como ‘Venus y Marte’ y el Nacimiento de Venus, fueron inmensamente populares, y después de más de 500 años siguen siendo obras muy apreciadas.
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El apodo de un artista del renacimiento italiano
Botticelli en realidad fue el apodo de Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, el cuarto hijo de un curtidor de pieles, nacido en Florencia el 1 de marzo de 1445. Su nombre artístico tiene tres posibles orígenes. Se cree que fue apodado «Botticelli» por su hermano mayor, conocido como «Botticello» (pequeño barril) debido a su corpulencia.
Otra teoría sugiere que el apodo proviene del oficio de orfebre de uno de sus hermanos, con el que Alessandro trabajó. En Florencia, este oficio era conocido como battiloro o battigello, lo que pudo derivar en el término Botticello o Botticelli. Finalmente, algunos historiadores argumentan que el nombre refleja su personalidad jovial y vibrante. Así, un sobrenombre se convirtió en el referente de un artista con un legado que sigue siendo admirado hoy.
De la Capilla Sixtina al Nacimiento de Venus
El joven pintor se formó primero con el orfebre Maso Finiguerra antes de ingresar al estudio del artista Fra Filippo Lippi. Comenzó su carrera pintando frescos para iglesias y catedrales florentinas y trabajó con el grabador Antonio del Pollaiuolo. Sus primeras obras, como la Virgen con Niño y san Juan Bautista, derivan de la era con Lippi, aunque evidencian un mayor interés por la experimentación espacial y lumínica, inquietudes que probablemente lo llevaron a la bottega de Andrea Verrocchio, una de las más innovadoras de Florencia.
En 1470, Botticelli ya tenía su propio taller en casa de sus padres, y dos años después se unió a la Compagnia di San Luca, la cofradía de pintores florentinos. Tal era su reputación que en 1481 fue convocado por el Papa Sixto IV a Roma para decorar la Capilla Sixtina, donde pintó Las pruebas de Moisés, Las pruebas de Cristo y El castigo de los israelitas rebeldes. También fue responsable de varios retratos papales.
Después de un año, Botticelli regresó a Florencia y retomó su relación con los Médicis, con quienes trabajó gran parte de su vida, produciendo obras maestras como El nacimiento de Venus y Primavera. Su creatividad alcanzó su punto máximo entre 1478 y 1490, cuando creó algunas de sus pinturas mitológicas más famosas como Marte y Venus y la Madonna del Magnificat.
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Los últimos días de Sandro Botticelli
En sus últimos años, Sandro Botticelli se convirtió en seguidor del fraile Savonarola, quien impulsó una revolución religiosa. Desde la llegada del dominico y la invasión de Florencia, su obra pasó de la inspiración neoplatónica a temas más cristianos y místicos, esta refleja cierto involucramiento en los levantamientos religiosos y políticos de Florencia. Natividad mística es su pintura más ambiciosa de este período. Distante de su humor y rápido ingenio, su vida terminó en pobreza y aislamiento. Después de su muerte, su nombre cayó en el olvido hasta el siglo XIX, cuando resurgió el interés en su trabajo.
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