Alexis Trigo, astrofotógrafo chileno, nos cuenta sobre su expedición astronómica al territorio mapuche del sur de Chile
Este fotorreoportaje fue realizado por el astrofotógrafo Alexis Trigo, observador del cielo nocturno. Puedes ver más de su trabajo aquí.
Son las 10:35 de la noche del 20 de enero. No hay señales de sectores urbanos, no hay internet, no hay tráfico: me encuentro solo frente a siluetas de majestuosos árboles gigantes que brotan desde las faldas del Volcán Llaima, bajo un brillante cielo nocturno de azul profundo. Estoy en el increíble Parque Nacional Conguillio, que a diario recibe a cientos de turistas que buscan relajo y desconexión del ritmo de la ciudad.
Hace 7 años que vivo en el Desierto de Atacama, donde las bondades climáticas permiten más de 300 noches despejadas al año. Sin embargo, durante los meses de verano, llegan las lluvias del altiplano y con ellas una extensa nubosidad. Precisamente en estas fechas me muevo a otros lugares del país para encontrar cielos de igual magnitud de belleza. Así fue como viajé hacia el sur de Chile para sumergirme en su naturaleza verde y húmeda, totalmente diferente al desierto de Atacama.
Cielos de gran calidad
Mi viaje fotográfico se centró principalmente en la región de la Araucanía y una parte de la región de Los Ríos, destacando el impresionante Parque Nacional Conguillio, que en el año 2020 bajo una investigación liderada por la astrofísica, Angie Barr, concluyó que el parque cuenta con cielos clase 2 en la escala de Bortle. La escala de cielo oscuro de Bortle mide el brillo del cielo nocturno. Tiene 9 niveles, siendo el nivel 1 el de los cielos más oscuros existentes y el nivel 9 el cielo de una ciudad.
Los principales protagonistas del cielo de verano del Hemisferio Sur son:
El brazo galáctico de Orión que se aprecia como una tenue banda arqueada que se extiende casi 180° en el cielo, la prominente constelación de Orión, quizás la más conocida del cielo nocturno, las Nubes de Magallanes, la nebulosa de Carina y la Cruz del Sur, estas dos últimas se encuentran situadas en uno de los extremos del brazo galáctico de Sagitario que en esos meses comienza aparecer completamente en el crepúsculo del amanecer. Solo me acompaña un gran angular, dos baterías, una linterna roja y equipo de campamento.
Comienza el recorrido
Todos los días durante el atardecer tomaba mis equipos, comida, agua y salí a caminar en búsqueda de escenarios y elementos que me cautivaran. Fue así como en el sendero “La Playa” me encontré con esta imponente Araucaria seca que a pesar de estar muerta sigue beneficiando a la biodiversidad ya que se convierte en el hogar de insectos larvas, vertebrados y aves que se alimentan de estos. Estaba en un espacio bastante alejado de los otros árboles así que fue sencillo de componer la fotografía con la Vía Láctea detrás.
Es muy importante visitar los lugares durante el día para planificar una composición, se ahorra tiempo y evitas sorpresas ya que muchas veces se pueden presentar escenarios increíbles pero que no están precisamente en dirección al brazo de la Vía Láctea.
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A lo largo de todo el Sendero “La Playa” fui recorriendo la orilla del gran Lago Conguillio que durante el día es el balneario para muchos turistas, al estar más alejados de los grandes bosques durante la noche se convierte en el escenario de una de las mejores vistas panorámicas de la Vía Láctea. En la imagen se puede ver un leve tono verdoso en el cielo el cual corresponde a un efecto atmosférico llamado Luminiscencia nocturna (Airglow).
Lo que más me gustó de este cielo nocturno del sur es que, cuando los ojos se acostumbran a la noche, puedes ver que toma un color azul profundo que no he visto en Atacama. Por ello, decidí mantener ese color en el revelado de las imágenes para transmitir fielmente mi experiencia.
Aguas sagradas
Después de recorrer los alrededores cercanos al campamento llegaba la hora de moverme mucho más lejos, hacia los extremos del parque para registrar el reflejo de la Laguna Captren y Laguna Verde.
La Laguna Captrén sorprende de inmediato al tener una serie de árboles antiguos sumergidos bajo el agua que evidencian la gran cantidad de cambios geológicos que ha tenido este lugar. Llegué en plena hora azul cuando las aves de la laguna estaban listas para dormir dejando el lago en completa calma, ideal para capturar el mejor reflejo del cielo. Esperé hasta la hora del crepúsculo náutico para realizar la fotografía, de esa manera no estaba completamente a oscuras, ya que si hay mucha ausencia de luz es más probable tener imágenes granuladas que bajan la calidad, este grano también conocido como “ruido fotográfico” se presenta principalmente en los zonas de sombra de la imagen.
Después de registrar numerosos lugares con agua, comencé a intuir la importancia que este elemento debe tener en la comunidad local, específicamente en la cosmovisión Mapuche. Por esta razón, una vez finalizada mi visita a Conguillío, decidí pasar un par de noches en las afueras del parque, en el pueblo Melipeuco, donde se encuentra el Salto Truful Truful. Allí, organicé un tour nocturno en bicicleta con la ayuda del guía local Luciano, de la agencia Melibike Tour, con quien exploramos dos ángulos diferentes del salto. Truful Truful es un lugar que se caracteriza por ofrecer una vista espectacular desde sus costados, ya sea observando la cascada de cerca y desde una perspectiva panorámica de arriba.
Respecto a la importancia del río en la cosmovisión Mapuche, Luciano relató:
«El Río Truful Truful es un lugar de gran relevancia cultural y espiritual para el pueblo Mapuche debido a que sus aguas son consideradas sagradas. Desde este lugar, muchas “Machi Lawentuchefe” vienen a buscar agua para preparar sus medicinas. Además, este río es muy mencionado en las rogativas porque trae mucho “Newen”, (mucha energía). También es posible encontrar muchas plantas medicinales que crecen a lo largo de sus orillas.»
Un viaje al WenuMapu
Además de haberme cautivado con el paisaje jurásico de Conguillío y de haber tenido mis primeros acercamientos con la cosmovisión Mapuche, lo que más anhelaba era conocer historias relacionadas con el cielo nocturno. Así que decidí emprender un viaje un poco más al sur, hacia la región de Los Ríos para visitar la comuna de Panguipulli (Pangue = Puma / Püllü = espíritu: Espíritu de puma), con el fin de conocer a Jaime Calfiao, un verdadero maestro de descendencia Mapuche del linaje Wenuñamku (aguilucho del cielo) quien se dedica con árdua pasión a enseñar y difundir la cosmovisión Mapuche acerca del cielo nocturno a través de su experiencia Astrotour Panguipulli.
“Wenu Mapu”
Para los que no se han familiarizado aún con esta parte del planeta, la zona sur de Chile es conocida por ser el corazón del eterno pueblo Mapuche quienes denominan a toda la extensión del territorio como “WallMapu” donde han habitado por miles de años. Wenuñamku me transmitió una serie de historias sobre el habitar en WallMapu y la forma como se entrelaza con el cielo nocturno. De hecho, el cielo en general corresponde a una de las tres dimensiones del universo Mapuche. Se le llama Wenu Mapu que en lengua Mapudungun significa (Wenu = Cielo / Mapu = Tierra) “la tierra del cielo”. Minche Mapu (tierra de abajo) y Nag mapu o Anca mapu (tierra del medio, dónde viven los “che”, la gente)
WenuMapu tiene una expresión que me es bastante familiar con el cielo de la cosmovisión andina. Es esa conexión tan cercana con el diario vivir, muy común en las culturas de los Andes centrales. Ya es sabido que prácticamente todos los pueblos originarios guardan una estrecha relación con el entorno donde cada elemento de la naturaleza incluyendo el cielo es una fuente de vida y por ende de espíritu.
En palabras de Wenuñamku:
“En la espiritualidad Mapuche todo tiene una razón de ser, todo está compuesto por el püllü “espíritu”, cada manifestación de la naturaleza tiene “ püllü” con quien se está en constante comunicación, el cielo no está ajeno a ello. Por ejemplo, los Volcanes activos son seres altamente sagrados, como el Volcán Rukapillan (Ruka= Casa, püllü = espíritu, Am = Alma) “La casa de espíritus y almas”. Su condición altitudinal lo sitúa más cerca del cielo y el humo que expulsa debido a su intensa actividad es un hilo conductor hacia el WenuMapu, es por ello que las ceremonias se realizan con una fogata a los pies de estos Tutelares. El fuego libera el humo que conecta con el cielo.”
Orión no es Orión
La constelación de Orión, es la más famosa del cielo nocturno tanto por su riqueza de objetos de espacio profundo que la componen como también su historia y nombre provenientes de la mitología griega. En este territorio Orión tiene su expresión social totalmente distinta dentro del universo Mapuche.
Wenuñamco me contó:
“La constelación de Orión es la proyección celeste de una de la ceremonia más importante del pueblo nación Mapuche, el “Nguillatun”, es una rogativa que se realiza en las comunidades, en este caso también tenemos una ceremonia en el Wenu Mapu donde cada estrella representa a una de las personas que participa de la ceremonia. Por ejemplo, la estrella Rigel es el Lonko principal quien invita al Nguillatun mientras que Saiph se le llama “Epu Lonko”, quien es un invitado junto a su comunidad a la ceremonia, Alnitak, Alnilam y Mintaka se les dice “Kalfu Malen“ y corresponde al espacio en que pueden hacerse presentes antepasados y deidades provenientes de la Wenu Mapu.
La estrella Betelgeuse, una supergigante roja muy llamativa por su color anaranjado representa el fuego de la ceremonia “Pullu Am Kutral”, también tenemos que la nebulosa de Orión representa a la Machi (persona con profundos conocimientos del plano espiritual) quien dirige esta ceremonia ancestral y finalmente en lo que se conoce como el escudo de Orión tenemos el “Purrum”: una danza o baile Mapuche.”
(Relato proveniente de la ñaña «Willi, lof Traitraico»)
Jaime Calfiao, descendiente de WenuÑamku (cuarta generación), ha reconocido su camino a través de los “Pewma” (sueños) y tomado la responsabilidad de mantener viva la cosmovisión de un pueblo que sabe más que ningún otro de trascender el espacio y el tiempo. Gran parte de este importante conocimiento se encuentra contenido en la magistral investigación del libro “WenuMapu” de Margarita Canio Llanquinao y Gabriel Pozo Menares a quienes agradezco enormemente tan importante trabajo.
Un viaje sin fin al cielo nocturno
Después de mi primera visita al Conguillío, tuve la fortuna de participar en el encuentro Maputinkuy en el sector de Palguín alto. Fue un campamento de cinco noches donde, además de disfrutar de la naturaleza y la compañía de gente maravillosa, pude sumergirme en los pilares de la filosofía Mapuche y Andina.
Durante mi estadía, tuve la emocionante responsabilidad de inmortalizar aquel encuentro mágico a través de mi cámara. Decidí elegir una de las noches en las que nos reunimos alrededor de una cálida fogata para compartir historias y experiencias vividas en los talleres. Con la colaboración de todos, logré capturar una fotografía increíble que reflejaba la magia y la camaradería que experimentamos en el campamento. Recuerdo esa noche como una de las más memorables de mi viaje.
Mi breve viaje por Wall Mapu fue apenas un atisbo de esta manera distinta de percibir la realidad, sustentada en una profunda filosofía de vida. Sin lugar a dudas, este viaje enriqueció aún más mi perspectiva fotográfica sobre la relevancia social que el cielo nocturno ha tenido en la historia de las comunidades originarias. Es a través del relato oral de los abuelos y abuelas, que se ha transmitido de generación en generación, que podemos aprender acerca de la identidad cultural de este legendario territorio.
De esta manera, la astrofotografía se convierte en el medio artístico que me permite contar estas historias y explorar nuestra propia existencia a través de la luz. Esa luz, que es la tinta del fotógrafo, viaja por el espacio y el tiempo durante millones de años para derramarse en el sensor de la cámara, permitiéndonos plasmar de manera única el pasado de un pueblo y el cosmos en tiempo presente.
Encuentra todas las fotos que conforman este trabajo en este enlace.
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