A veces tienes un Leonardo o un Donatello justo enfrente.
El viernes 30 de octubre un artefacto espectral fue expuesto en la Ciudad de Nueva York: una estatua ?perdida? de Donatello, uno de los artistas más famosos del Renacimiento.
La pieza se suma a la lista de obras de arte renacentistas y barrocas presuntamente perdidas que han emergido en las últimas décadas, incluidas una escultura de Miguel Ángel y una pintura de Artemisia Gentileschi, una de las artistas femeninas menos conocidas del periodo Barroco. En 2011, los expertos incluso desvelaron una pintura perdida del ?hombre Renacimiento? original, Leonardo da Vinci.
Pero esas piezas no estaban ?perdidas?, porque se encontraban sepultadas bajo tierra o escondidas en cámaras secretas. Y otras, como la estatua de Donatello y la pintura de Leonardo, eran parte de una colección de arte. Lo que sucedió es que muchos pensaban que la estatua y la pintura habían sido creadas por otros artistas, pese a que la historia documentaba que Donatello y da Vinci produjeron obras parecidas.
(Si otros especialistas aceptan la atribución de esta estatua, será el primer ejemplo de un putti de Donatello, cuya existencia se sospechaba aunque jamás se habían encontrado).
Entonces, ¿cómo fue que los expertos las redescubrieron?
?El tema de la atribución en la historia del arte es caótico?, dice Martin Kemp, profesor emérito de investigación en Historia del Arte en la Universidad de Oxford. ?No existen protocolos reconocidos y distintas personas usan diferentes criterios? En mi opinión, todo el proceso de atribución es un embrollo profesional?.
Una copia original
Como experto en arte y profundo conocedor de la obra de da Vinci, Kemp es ?acosado con nuevos Leonardos cada día de la semana, virtualmente?. Pero hace unos años, le pidieron que examinara una pintura que la mayoría de los expertos hoy considera una obra original.
Se sabe que da Vinci pintó Salvator Mundi o Salvador del mundo, y que muchos artistas copiaron la obra. Se han identificado más de 20 copias de la pintura, pero hasta hace poco, nadie había encontrado el original. (Lee: Al rescate de las pinturas de los primeros habitantes de África)
Como el Salvator Mundi de Leonardo estaba sucio y torpemente sobrepintado (antigua técnica de restauración que consistía en pintar sobre las áreas desportilladas), Robert Simon, presidente de Robert Simon Fine Art, pensó que era una copia la primera vez que vio la obra.
Pero cuando limpiaron la pintura y su calidad se hizo visible, Simon comenzó a sospechar lo contrario.
Estudios radiográficos e infrarrojos revelaron una pista asombrosa: el artista, inicialmente, pintó uno de los dedos de Cristo en una posición distinta; luego cambió de parecer y repintó sobre el trazo original. Era un hallazgo importante porque ?en todas las copias, [el dedo] sigue la posición terminada?, dice Simon.
La revelación sugería que esa era la obra original en que se basaban todas las copias.
Una colección de pistas
El dedo no fue lo único que convenció a Simon y otros especialistas de que la obra era un da Vinci auténtico. Expertos realizaron escaneos de reflectografía infrarroja y otras pruebas científicas; y eruditos como Kemp evaluaron la calidad e historia de la pintura. No fue una pista en particular, sino la totalidad de la evidencia lo que convirtió esta pintura en un Leonardo ?perdido y encontrado?.
Un acopio de pistas similar ha permitido descubrir otras piezas perdidas. En 1991, valiéndose de la reflectografía infrarroja y la detección de pentimenti (modificaciones de composición que revelan un cambio de parecer del artista, como sucedió con el dedo de Salvator Mundi), los expertos identificaron a la Virgen de los claveles (Madonna dei garofani) de Rafael, antes tenida por una copia. En el caso de la estatua de Donatello, las evidencias provienen de radiografías y factores estilísticos como la postura de la estatua y la ubicación de sus alas.
No todas las obras redescubiertas son aceptadas universalmente como auténticas, y esto se debe, en parte, a la subjetividad inherente al proceso, pues una persona puede decir que la escultura parece obra de Donatello y otra podría estar en desacuerdo, mas no existe un método científico para determinar quién tiene la razón. En cualquier caso, las apreciaciones subjetivas sobre la calidad de la obra conservan un poder increíble cuando las hace el observador correcto.
Kemp encuentra muchas cualidades características de Leonardo en Salvator Mundi, entre ellas, la composición de la esfera que Cristo sostiene en su mano. En otras versiones de la pintura, Cristo ?normalmente sostiene un orbe que simboliza [sic] el mundo?, dice Kemp. Pero en la pintura de Leonardo, el orbe tiene la cualidades de una esfera cristalina, sugiriendo que Cristo sostiene al cielo.
Esto transforma a Cristo ?de un ?salvador del mundo? en ?salvador del cosmos??, algo que da Vinci, con su mentalidad científica, ciertamente pudo haber hecho, afirma Kemp.
?Artistas más rutinarios no harían algo así?, agrega. ?No habrían reinventado al sujeto de esa manera?.