Cada año, los Wiccan celebran la capacidad creadora de la Diosa Madre con el solsticio de verano. Así se vive una de sus celebraciones más sagradas.
En el hemisferio norte del planeta, el solsticio de junio marca el inicio del verano. Así también, es el día con más luz de día. Para los seguidores de la tradición Wicca, el 21 de junio es también motivo de celebración. Este día, se conmemora ‘Litha’: la fiesta de mayor regocijo del año, en la que se celebra la fertilidad de la naturaleza.
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A la luz del día más largo del año
Antes que nada, habría que entender qué es la tradición Wicca. De acuerdo con Helen A. Berger, socióloga de las religiones de Brandeis University, este conjunto de creencias y movimientos espirituales giran en torno a las culturas anteriores al cristianismo. Específicamente, a aquellas que se seguían en el Reino Unido relacionadas a la brujería:
«Wicca y la brujería son parte del movimiento pagano contemporáneo más grande, que incluye druidas y paganos, entre otros», escribe la especialista en The Conversation. «Todos estos caminos espirituales, como se refieren a ellos los paganos, basan sus prácticas en religiones y culturas precristianas».
Los seguidores de este camino espiritual dividen el año de acuerdo con sus festividades principales, regidas por la «Rueda del Año«, según explica Berger en otro artículo para el mismo medio. Marcada por 8 días de culto, es el referente festivo y religioso para quienes son adeptos del Wicca.
Justo el 21 de junio, el día del solsticio de verano, los Wiccan celebran a la diosa de la fertilidad. Como el día de más luz de todo el ciclo solar, dedican toda una jornada a la bonanza que produce la naturaleza. Por lo cual, ‘Litha‘ es motivo de comunidad y oración.
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En favor de la fertilidad de la naturaleza
A pesar de que ésta y otras celebraciones paganas se intentaron cristianizar, el solsticio de verano para la comunidad Wicca sigue siendo motivo de festejo en la actualidad. Algunos de los mejores ejemplos se encuentran en la festividad de San Juan Bautista, o la Sanjuanada, que se celebra alrededor de las mismas fechas.
Aún así, comunidades cada vez más nutridas de brujas y brujos se reúnen en diferentes países de Europa para celebrar Litha. Para los adeptos a estas tradiciones, las festividades religiosas son una metáfora del ciclo vital que vienen a cumplir en su transitar por la Tierra:
«Para la mayoría de los wiccanos, este mito se considera un símbolo del ciclo continuo de la vida y de la naturaleza», explica Berger. «El crecimiento de la juventud, a la edad adulta, a la vejez, a la muerte y luego al ciclo continuo de nuevo nacimiento o renacimiento.»
A nivel simbólico, esto se representa con los cambios que la Diosa Madre tiene a lo largo del año. Primero, como una niña en primavera; luego, como una mujer joven en verano; finalmente, como una anciana amorosa al caer el invierno. Cuando está en la flor de la juventud, los Wiccan celebran su capacidad creadora con el solsticio de verano.
Lo único constante es el cambio
Incluso desde la época previa al cristianismo, las brujas y brujos consideraban que el verano tenía propiedades curativas para el campo y la salud de las personas. Por ello, la celebración del solsticio de verano para los Wiccan hereda este deseo de atraer bonanza a sus comunidades celebrando la fertilidad de la Diosa Madre.
Antiguamente, se encendían piras celebratorias que alejaban a los malos espíritus. Especialmente al caer la noche, cuando salían a vagar libremente por la superficie terrestre. En Suecia, Finlandia y Estonia, la tradición se mantiene hasta la actualidad. Otras comunidades Wiccan en Europa y Norteamérica conservan estas mismas prácticas sagradas.
Con todo lo anterior, los Wiccan reconocen aquel aforismo de Heráclito: lo único que permanece es el cambio. En la naturaleza, en las personas, el tiempo deja sus marcas. Especialmente, durante los 8 días sagrados que marcan su calendario. En la tradición Wiccan, concluye Berger, «a uno siempre se le recuerda que a partir de este día la luz irá creciendo«.
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