Para las mujeres en India, las miradas de los hombres pueden ser una invitación o una señal de alarma, como quien vigila a su presa.
India es un país donde las calles son de los hombres, mas no de las mujeres. Ellas están en casa; solo salen a comprar víveres o a hacer tareas domésticas, como lavar en el río. Así, la presencia de una extranjera en las avenidas de este país asiático es como tener una diana en el cuerpo.
Cientos de ojos que la miran de pies a cabeza
La fotógrafa se encuentra ante cientos de ojos que la miran de pies a cabeza, que le sonríen, le coquetean y la ven como una novedad. En cambio ella, acostumbrada a retratar y observar a detalle al otro, se convierte en una especie de objeto de deseo.
Con una población de más de mil 370 millones de habitantes, en la que las niñas no son deseadas y aún deben entregar dote para casarse, el desequilibrio demográfico en India es fácil de observar.
Una nación bañada con el agua del Ganges
Delhi, Mathura, Agra, Fatehpur Sikri, Jaipur, Udaipur, Bombay, Goa, Calcuta y Benarés fueron las paradas en el viaje de 28 días. Ella se trasladó en auto por las carreteras de esta nación bañada con el agua del Ganges, además de recorridos en tren y avión para conocer un territorio que oscila entre la vida y la muerte.
Los hombres, en su mayoría, le lanzaban miradas (como se lo habían advertido). Era paralizarse o usar su lente como escudo y reflejo de una cultura masculina que observa sin descanso, como quien vigila a su presa hasta hacerla caer.
Estos retratos de la calle y su cotidianidad guardan miradas que no deberían intimidarnos como mujeres, menos detenernos. Ella las capturó como lo que son: el reflejo de otras vidas que nos observan con esa curiosidad y con otros deseos que, al tratarse de un país distinto ,desconocemos.
Este artículo es de la autoría de Laura Garza. Además de fotógrafa, es consultora de imagen y comunicación, analista y columnista en diversos medios mexicanos.
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