Por qué el fotógrafo Tomas van Houtryve tardó seis meses en conseguir la espectacular imagen aérea de la portada de febrero.
Por EMILY MARTIN y SYLVIA MPHOFE
Tomas van Houtryve es un fotógrafo, artista y cineasta belga-estadounidense cuya obra combina el periodismo de investigación, la filosofía y la metáfora. Su trabajo se encuentra en el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, el Centro de Arte Contemporáneo del sureste de Carolina del Norte, el Centro de Bellas Artes BOZAR de Bruselas y la Galería Baudoin Lebon en París.
Hablamos con van Houtryve para conocer más sobre su primera portada en National Geographic.
¿Cuál es la historia detrás de la portada?
El enorme incendio de la catedral de Notre Dame en 2019 devastó uno de los monumentos más importantes de París, colocándolo en el centro de la conversación nacional en Francia de una forma que no se había visto desde que Victor Hugo escribió ‘Nuestra Señora de París’ en el siglo XIX.
Con 850 años de antigüedad, el monumento es un símbolo del patrimonio francés que se remonta a la Edad Media. Van Houtryve asegura que el incendio y la reconstrucción crearon una nueva sensación de apreciación de la catedral.
«No se puede dar nada por sentado», dice Van Houtryve. «Siempre hay que trabajar para preservar, proteger y valorar lo que es importante a nuestro alrededor».
El fotógrafo afirma que la iglesia se había convertido en una institución y una atracción turística a la que muchos parisinos (como él) prestaban poca atención en su día a día. Pero desde que el incendio amenazó el sitio histórico, van Houtryve empezó a ver la catedral desde una nueva perspectiva.
Van Houtryve dice que se siente atraído por las historias que se quedan encubiertas o son ignoradas. «Si algo se hace demasiado famoso, suelo ir hacia el otro lado», explica.
Pero esta vez, fue la famosa catedral que históricamente ha servido para medir el centro de París la que despertó su curiosidad.
Aunque millones de personas de todo el mundo vieron las imágenes del incendio y millones de turistas visitan la estructura cada año, van Houtryve explica que el acceso a la reconstrucción del monumento es muy limitado.
“No mucha gente puede entrar, había una especie de universo secreto”, dice. “Siempre que hay algo que no se puede ver, siento mucha curiosidad y motivación por intentar abrirlo y ver qué hay dentro”.
¿Qué aparece en la portada?
Antes de que Victor Hugo publicara su icónica obra en 1831, la arquitectura gótica de Notre Dame había pasado de moda y la catedral estaba en estado de abandono. Sin embargo, la expectación que levantó el libro hizo que su popularidad resurgiera acompañada de una renovación en el siglo XIX y se apreciara su estilo único.
La imagen aérea que aparece en la portada del número de febrero de National Geographic muestra los apreciados y únicos arbotantes de la catedral y los campanarios que hay detrás, que, según el fotógrafo, son una de las vistas más hermosas del monumento.
Van Houtryve asegura que estas son las características que hacen que Notre Dame sea especial comparada con la arquitectura de otras épocas y de toda Francia.
Ubicada en la parte trasera de la catedral, el área ha sido prácticamente inaccesible desde el incendio. Van Houtryve explica que intentó fotografiarla desde otros edificios altos cerca de Notre Dame, pero no encontró alguno que fuera lo suficientemente alto como para poder apreciar los daños y la reconstrucción.
Tras descartar la opción de sobrevolar la reconstrucción en helicóptero y utilizar una grúa o brazo hidráulico para levantar la cámara, van Houtryve se dio cuenta de que sus opciones para conseguir una toma de toda la catedral se limitaban a una sola: la fotografía con drones.
En 2012, el fotógrafo empezó a trabajar con esta técnica cuando improvisó su propio dron con una cámara acoplada. Van Houtryve decidió aprovechar sus horas de vuelo y su experiencia para dar vida a la historia.
No obstante, su decisión de utilizar un dron tuvo que hacer frente a distintos obstáculos. Van Houtryve afirma que tardó unos seis meses en conseguir la licencia, el seguro, los permisos policiales y las autorizaciones de vuelo para el dron, además de la aprobación general para la sesión fotográfica por parte de la institución pública encargada de la restauración. Las regulaciones locales también le obligaron a colgar carteles en el exterior de los edificios de apartamentos cercanos para alertar a los residentes sobre el día del vuelo del dron.
Incluso durante una sesión de fotos a primera hora de la mañana, la policía se acercó a van Houtryve para comprobar su documentación, cosa que, según dice, le hizo perder la oportunidad de captar un arco iris.
Aun así, van Houtryve consiguió la foto perfecta. Luchó para que esta imagen apareciera en la portada, no solo porque funcionaba con un recorte vertical, sino porque cuando la vio por primera vez, supo que era una toma especial. Tuvo suerte con unos rayos de luz del Sol que brillaron a través de los icónicos contrafuertes durante un momento, antes de que llegaran las nubes que se mantuvieron durante el resto del día a mediados de diciembre.
Al final, van Houtryve pretende dejar a los lectores la misma sensación de inspiración que Notre Dame ha despertado durante muchos años. Explica que algunos de los primeros habitantes de París se inspiraron en la grandeza del edificio, desde Víctor Hugo hasta el arquitecto Viollet-le-Duc, encargado de su restauración en el siglo XIX.
«Lo genial de Notre Dame es que es un patrimonio que ha navegado a través del tiempo como un barco», explica. «A veces ignoramos Notre Dame, pero es ese lugar en el que mucha gente se ha volcado durante tanto tiempo«.
¿Qué sigue para Tomas van Houtryve?
Van Houtryve estará en Notre Dame un par de años más siguiendo los pasos de su restauración hasta que esté terminada, lo que se espera que ocurra en 2024 antes de los Juegos Olímpicos en París.
Mientras tanto, también ha estado trabajando en un nuevo proyecto con su dron, fotografiando paisajes de los Alpes que han sido transformados por la intervención humana, como la construcción de presas y minas.
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