El mercado africano está lleno de cremas blanqueadoras que las mujeres adquieren constantemente, a pesar de que contienen sustancias prohibidas que las exponen a graves riesgos.
Anu Julius compró su primera crema blanqueadora siguiendo el consejo de su hermana. Ésta le había dicho que tenía que hacer algo con el color tan oscuro de su piel, pero apenas cuatro semanas después de comenzar a usar la loción, comenzó a sentir picores en brazos y piernas.
"Mi piel ya no tolera el sol, se quema", cuenta ahora esta peluquera de 29 años que reside en la metrópolis nigeriana de Lagos. "Cada vez que salgo a la calle tengo que protegerme". No obstante, se muestra satisfecha con el resultado: "Tengo la piel lisa y bonita, y a mis amigos les gusta", afirma, pese a las alarmantes señales del riesgo que supone para su salud.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), tres de cada cuatro mujeres africanas utilizan productos blanqueadores de piel que se venden sin receta médica. Y eso, a sabiendas de que estas baratas lociones pueden ocasionar graves efectos secundarios. También en Togo el 59 por ciento de las mujeres usa con frecuencia este tipo de cremas, mientras que en Sudáfrica son una de cada tres y en Mali, una de cada cuatro.
La mayoría de estas lociones comercializadas en África contienen sustancias altamente dañinas como mercurio, hidroquinona y esteroides que pueden causar hiperpigmentación, problemas irreparables en la piel y en el peor de los casos cáncer, advierte la OMS.
Después de tratar a cada vez más pacientes que habían usado este tipo de cremas durante años, la dermatóloga sudafricana Nonhlanhla Khumalo se propuso combatir la situación. Para ello, analiza en un laboratorio de Ciudad del Cabo los ingredientes potencialmente peligrosos de los productos para la piel.
El laboratorio comenzó a funcionar en mayo y desde entonces lleva ya 29 cremas blanqueadoras testadas. ¿El resultado? Casi todas contienen sustancias prohibidas y, en ocasiones, en grandes cantidades. "Al principio, hacen que la piel se vea más clara, lo que alienta a las compradoras", explica Khumalo. "Pero pronto aparecen los primeros efectos secundarios y, casi siempre, los daños son irreparables".
En la misma estación de tren de Ciudad del Cabo, a pocos kilómetros del laboratorio, numerosos pequeños comercios ofrecen una gran selección de productos de dudosa calidad. Se comercializan con nombres como Fair and White, White Express, Extreme Glo, Carowhite, Black & White, Dynamiclair o Skinlight. Un envase de 75 mililitros puede adquirirse por unos 2.5 dólares.
La vendedora Giselle Madioko ha colocado bien visibles los tubos y botes blanqueadores. Las cremas proceden de Costa de Marfil, Camerún y Congo, pero también de India. "Los productos blanqueadores son con los que más negocio hago", reconoce. Ella misma lleva diez años utilizando este tipo de lociones y afirma que jamás ha sufrido efectos secundarios.
"Con mis cremas no sucede nada". Sin embargo, si uno la mira atentamente detecta un tono mortecino en su piel, llena de pequeñas manchitas oscuras: una de las características de la hiperpigmentación.
No es raro que los componentes dañinos de estas cremas estén bien visibles en los envases, pero eso no parece desanimar a las clientas. El ideal de belleza que prioriza la piel clara es tan fuerte que muchas africanas hacen caso omiso de las advertencias.
Parte de la responsabilidad radica en las revistas y la publicidad, que aclaran artificialmente la piel de los famosos elevando así la presión sobre las mujeres. Además, muchas estrellas africanas defienden una piel más blanca, como la cantante sudafricana Nomasonto Maswanganyi. Ésta blanqueó en el quirófano su piel varios tonos y declaró que se sentía más bella y segura de sí misma. Según argumentó, es una decisión personal comparable a un aumento de pecho.
Cuando la artista nigeriano-camerunesa Dencia lanzó al mercado el año pasado la línea de productos blanqueadores "Whitenicious", las clientas se los arrancaban literalmente de las manos. "Aquí, blanquearse la piel es algo común, como las extensiones para el cabello o cuidar la vestimenta", dice Bintou Dembele, trabajadora de la industria textil en la capital de Mali, Bamako.
También ella, de 33 años, decidió usar una de estas lociones antes de su boda, el año pasado. "Es algo normal cuando una se casa. Se me quemó la piel y al final tuve que dejarlo porque me salió un sarpullido", relata. Sin embargo, afirma que con el uso de las cremas blanqueadoras sucede lo mismo que con el tabaco: la gente fuma pese a conocer los riesgos.
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