Hace más de 100 años, las mujeres compitieron por primera vez en una justa olímpica. El traje “atlético” que llevaron entonces difiere mucho de lo que veremos este año.
Imaginar a Simone Biles haciendo un triple salto mortal hacia atrás con doble flexión (llamado Biles II) mientras usa un corsé y una falda hasta los tobillos en la actualidad parecería completamente absurdo. En los Juegos Olímpicos de París 1900, las mujeres compitieron por primera vez, usando este atuendo en disciplinas como tenis, vela, croquet, golf y equitación.
El uso de tejidos como el spandex, el nailon, el kevlar y los avances tecnológicos ha revolucionado la manera en que los atletas entrenan y compiten. Aunque hoy en día lo damos por sentado, la moda olímpica no siempre ha sido así y se ha adaptado a las necesidades de los atletas y los cambios culturales.
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Moda olímpica: del corsé a los leotardos
En los juegos de París 1900, 22 mujeres participaron por primera vez. David Goldblatt, autor de The Games: A Global History of the Olympics, contó a Fast Company que la correspondencia entre los organizadores mostraba su repugnancia hacia la presencia femenina, aunque se vieron obligados a permitir su participación. Temían que el cuerpo de las mujeres distrajera a los atletas masculinos. Para evitarlo, exigieron que ellas usaran vestidos hasta los tobillos, con mangas largas y cuellos altos.
Para 1908, las mujeres aún practicaban deportes con su ropa diaria. Las fotografías de la época muestran a las atletas vistiendo vestidos eduardianos, corsés, botas de tacón y sombreros, elementos de la moda de entonces que no estaban diseñados para mejorar su rendimiento atlético. En esa misma edición, un grupo de gimnastas danesas asistió a un evento de exhibición vistiendo pantalones bombachos, blusas de cuello redondo y mangas largas. Desde entonces, el cambio ha sido imparable.
«Se puede ver que el éxito de las mujeres de hace 150 años todavía resuena hoy», dijo a Smithsonian Kevin Jones, curador del Museo FIDM que narra más de 400 años de historia de la moda. “Espero que la ropa derribe los mitos de que las mujeres se desmayaban en corsés, tumbadas en el sofá. Estas atletas eran las mujeres modernas de la época”.
Los Juegos Olímpicos de Estocolmo rompieron barreras al permitir a las mujeres competir en natación. Entonces, las nadadoras lucieron trajes holgados, con pantalones cortos hasta los muslos y camisas sin mangas. Para la edición de Los Ángeles en 1932, los trajes se habían transformado en diseños más estilizados y ajustados, similares a los actuales.
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¿Moda liberadora o sexualizada?
La Carta Olímpica regula actualmente la vestimenta de los atletas, enfocándose en los logotipos, símbolos y hasta centímetros. Alrededor de ella, las marcas han innovado en tecnología, tejidos y ajustes, como en los trajes con superficie de piel de tiburón, Speedo Fastskin y cascos de Kevlar impresos en 3D. Aunque las deportistas aún deben adaptarse a estas convenciones, comienzan a oponerse abiertamente a ellas.
Al debutar el vóley playa en los Juegos Olímpicos, las atletas tuvieron que usar uniformes muy diferentes a los de sus homólogos masculinos. Mientras ellos competían en camisetas y pantalones cortos, las mujeres debían llevar trajes de baño de dos piezas. Tras las críticas y la oposición de las jugadoras, antes de Londres 2012, la Federación Internacional de Voleibol actualizó el uniforme, incorporando tres opciones para adaptarse a las creencias religiosas o culturales.
BREAKING: Here’s your first look at the new @Nike kits that will be worn by the U.S. track and field team at the 2024 Olympics in Paris. pic.twitter.com/XPWOnBrwsv
— CITIUS MAG (@CitiusMag) April 11, 2024
La última controversia sobre la “moda olímpica” llegó en abril 2024, cuando Nike presentó los uniformes femeninos para el equipo estadounidense: una pieza de corte alto, rojo, blanco y azul, que parecía un traje de baño. Las atletas como la corredora paralímpica Jaleen Roberts y la saltadora olímpica Tara Davis-Woodhall criticaron el diseño por ser escueto y poco práctico. La marca tuvo que aclarar que había otras alternativas más orientadas al rendimiento en París.
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