Laberintos rebosantes de vida en medio del desierto y esculturas colosales de marfil figuraron entre las 7 maravillas del mundo antiguo.
Las pirámides de Giza son tan antiguas, que la misma Cleopatra las consideraba ruinas. Sin embargo, en sus años de mayor auge, figuraron como referentes de excelencia arquitectónica en la Antigüedad. No fueron las únicas. Junto con la necrópolis más famosa de Egipto, otros seis espacios se consideraron como representantes de la cosmovisión y cultura de las civilizaciones que los alzaron. En su momento de mayor esplendor, éstas fueron las 7 maravillas del mundo antiguo.
Jardines colgantes de Babilonia, en Mesopotamia
Mesopotamia es la cultura más antigua de la que se tiene registro en la historia de la humanidad. Además de heredarnos el zodiaco y otros avances astronómicos, fue una civilización comprometida con los placeres sensuales humanos. Por ello, el monarca Nabucodonosor II se propuso diseñar un espacio que deleitara todos los sentidos: flores aromáticas, tierra suave al tacto, paisajes vistosos y frutos dulces que brotaran de la tierra.
La leyenda data del siglo VI a.C., según documenta Live Science, cuando el rey «hizo incorporar un colosal laberinto de cascadas y densa vegetación a su palacio para su esposa». Como ella venía de Persia, en medio del desierto extrañaba los paisajes de su tierra natal. Para complacerla, según dice el mito, Nabucodonosor II reunió a los mejores arquitectos de su imperio.
A pesar de estar en medio de un entorno árido, en el laberinto brotaban canales de agua, y de las alturas caían frutas de plantas frondosas. Fue así como, después de varios años de obras, su mujer recuperó la fuerza vital. Históricamente, a este espacio se le conoce como los Jardines Colgantes de Babilonia. En la actualidad, se les considera como parte de las 7 maravillas del mundo antiguo.
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Necrópolis de Giza
documenta que, “a ojos de griegos y romanos, las pirámides de Egipto eran monumentos tan maravillosos como exóticos”.
La primera de ellas se construyó hacia el año 2570 a.C., exactamente 2501 años antes de que Cleopatra naciera. A pesar de ello, arquitectos, matemáticos y navegantes de otras naciones ya las catalogaban como maravillas de la ciencia. Filón de Bizancio, un ingeniero reconocido en la Grecia Clásica, las describió como “montañas sobre montañas.”
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Estatua de Zeus, en Olimpia
Zeus fue el dios principal del panteón divino en la Antigua Grecia. Como regente de los demás dioses, tenía el poder del rayo en las manos —así como un apetito sexual insaciable por las mortales. En honor a todo su poder celestial, en el año 450 a.C. se construyó una escultura colosal en el templo de Olimpia.
La escultura se hizo casi por completo con marfil, con el diseño de Fidias, uno de los artistas más renombrados de la Grecia Clásica. Al respecto, el antiguo escritor griego Estrabón, quien miró la obra terminada siglos más tarde, escribió lo siguiente: «mostraba a Zeus sentado pero casi tocando el techo con la cabeza, dando así la impresión de que si Zeus se levantaba y se erguía, destecharía el templo».
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Templo de Artemisa, en Éfeso
Artemisa era la diosa de la cacería. Como tal, fue venerada ampliamente en toda la extensión de Grecia. Específicamente en Éfeso, ubicado en la actual Turquía, se le construyó un templo soberbio, que fue ampliamente aclamado por sus contemporáneos por su belleza exquisita.
Dos siglos después de su construcción, un hombre de nombre Herostratus lo incendió. Aunque no existen registros consistentes sobre su existencia, es una realidad que el recinto fue completamente destruido por las llamas alrededor del año 356 a.C. Algunos críticos piensan que, al estar construido de madera en sus fundamentos, un rayo lo impactó. El incendio fue incontenible, y el Templo de Artemisa en Éfeso quedó como un recuerdo entre las 7 maravillas del mundo antiguo.
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Mausoleo de Halicarnaso
Se convocó a los 4 escultores más versados de la Antigüedad para alzar el recinto de eterno descanso para Mausolus, el monarca del norte de Anatolia. A cargo de Scopas, Bryaxis, Timotheus y Leochares, el Mausoleo de Halicarnaso fue pensado para albergar los restos del rey y sus familiares.
Sin embargo, la muerte se adelantó a la agenda. Antes de que el monumento fuera terminado, la esposa de Mausolus falleció repentinamente. Eso no detuvo a los arquitectos para terminar el espacio.
«[…] no abandonaron su trabajo hasta que estuvo terminado, considerando que era a la vez un memorial de su propia fama y del arte del escultor», documentó Plinio, uno de los escribas más renombrados de la época.
Se sabe que el recinto medía hasta 43 metros de alto. Se diseñó para que pareciera una pirámide, con varias columnas decorativas en la fachada. Nadie sabe por qué desapareció. En la actualidad, apenas quedan algunas piedras del basamento piramidal.
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Colosso de Rodas
El Coloso de Rodas fue una estatua gigantesca dedicada al dios griego del Sol, Helios. Se construyó en una isla de la actual Turquía, alrededor el año 280 a.C. A pesar de estar bien cimentado sobre una plataforma en el mar, un terremoto devastador acabó con la estructura completa. En la actualidad, así como sucedió con otras de las 7 maravillas del mundo antiguo, no se conserva nada de él.
Faro de Alejandría
El faro de Alejandría fue una encomienda del faraón Ptolomeo II Filadelfo. Como sabía que Alejandría era un referente cultural y comercial fundamental para su imperio, decidió construir una estructura que le diera ‘luz en la oscuridad del mar’ a los marineros y embarcaciones que llegaban al puerto.
Estimaciones contemporáneas aseguran que medía hasta 122 metros de alto. Aunque se siguió usando durante la Edad Media, colapsó en el siglo XIV, según documentó Doris Behrens-Abouseif, profesor de School of Oriental and African Studies, de la Universidad de Londres. Aunque se intentó repararla, no hubo manera de volverla a alzar.
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