La historia de Guacamayo Tropical, uno de los dúos de DJs más emblemáticos de la escena tropical en Europa, comenzó en 2011 en Madrid, España. Fue en esta ciudad donde Andrés Ramírez y David Echevarría, dos colombianos con trayectorias distintas pero un amor común por la música, se cruzaron por casualidad para crear un movimiento que, con el paso de los años, se convertiría en todo un fenómeno.
Andrés y David llegaron a España por razones diferentes, pero con un mismo sentimiento: la música como forma de expresión y conexión. Ya tenían experiencia como DJs, pero sus inicios estuvieron marcados por la música electrónica. Fue en España donde reconetaron con su origen y sus raíces, fue allí donde «sonó la flauta». En Europa era la música electrónica la dominante de la escena musical, pero dentro de ellos latía otra inquietud: la necesidad de rescatar y visibilizar los sonidos tradicionales de América Latina, de rescatar su propia identidad.
El encuentro entre Andrés y David se produjo de forma casi accidental. Andrés tenía un proyecto llamado «Sistema de Sonido Tropical» y solía pinchar en un local del mítico barrio de Malasaña, conocido como «El Laboratorio». Este espacio era un punto de encuentro para la experimentación y la contracultura en Madrid. Por su parte, David era el encargado de amenizar el «Mercadillo del Guacamayo», un espacio propio donde artistas y artesanos, mayormente latinoamericanos, podían exponer y vender su arte. Estas sesiones estaban marcadas por las cumbias y los sonidos tropicales, creando una atmósfera alegre y festiva, pero también nostálgica.
Fue una amiga en común quien los presentó y propició la colaboración entre ambos. Comenzaron a trabajar juntos en «El Laboratorio», y poco a poco, su estilo musical fue tomando forma. Así nació Guacamayo Tropical, una propuesta que fusionaba la cumbia tradicional con ritmos modernos como la electrónica, el reggae y el afrobeat. Su objetivo no era solo hacer bailar al público, sino también reivindicar la riqueza de los sonidos latinoamericanos, llevándolos a escenarios donde antes apenas se escuchaban.
El inicio no fue fácil. No solo tuvieron que enfrentarse a la competencia de otros DJs y estilos musicales dominantes, sino que también se encontraron con barreras de discriminación. En una ocasión se les negó la posibilidad de actuar en una sala porque el promotor no querían que la fiesta «se llenara de morenos chaparritos». Sin embargo, lejos de desanimarse, utilizaron las adversidades como motor de su proyecto.
Con esfuerzo y dedicación, Guacamayo Tropical comenzó a ganar notoriedad en la escena cultural madrileña y europea. Lo que antes era una odisea, conseguir actuaciones, se ha convertido en una avalancha de ofertas cada verano. Sus sesiones, cargadas de energía y vitalidad, les ha hecho partícipes de espacios oficiales y privados en festivales de toda Europa, también en Japón. Sus fiestas se han convertido en un referente, y son un espacio de encuentro multicultural donde convergen personas de todas las nacionalidades.
El impacto de Guacamayo Tropical va más allá de la música. Su presencia ha contribuido a visibilizar la importancia de la cultura latinoamericana en Europa, especialmente en Madrid, donde la población migrante ha dejado una huella significativa en la identidad cultural de la ciudad.
Guacamayo Tropical no solo ha llevado la cumbia y la música tropical a los clubes y festivales europeos, sino que también ha generado una reflexión sobre la diversidad y la inclusión en la escena musical. Han demostrado que la música puede ser un puente entre culturas y que, a través de sus mezclas, es posible crear una fiesta donde todos se sientan bienvenidos.
Con más de una década de trayectoria, el nombre de Guacamayo Tropical es sinónimo de fiesta, resistencia y cultura. Han dejado claro que la música es un lenguaje universal y que con cada beat, cada golpe de tambor, cada acordeón y cada maraca, se puede contar la historia de un continente entero. Su legado sigue creciendo y su sonido, lejos de agotarse, se renueva con cada presentación.
Este texto fue escrito por Raúl Amaru Linares quien nació en Bogotá, Colombia. Su madre era maestra de escuela y su padre era pintor. Pasó sus primeros años dibujando, coloreando y leyendo libros de cuentos. Nadie podía entender su letra cuando era niño, pero a todos les gustaban sus dibujos. Años más tarde se convirtió en ingeniero. Se dio cuenta de que este tipo de trabajo requería mucha creatividad, pero esa no era la expresión que buscaba. Un buen día descubrió la fotografía y puso todas sus energías en desarrollar su lenguaje visual. Estudió fotoperiodismo en el Centro Internacional Photo España. Las fotografías de Raúl han aparecido en sitios web como National Geographic, Smithsonian Magazine, Burn Magazine y The Atlantic, y su trabajo se ha exhibido en Nueva York, Madrid, Segovia, Bogotá, Dubai, Lima, Quito y Catania.
Los integrantes de Spaghetti Cumbia encontraron en este ritmo un refugio del agitado mundo de Los Ángeles. Marcel Campos, vocalista…
Miles de meteoritos llegan hasta la superficie terrestre cada año. Grabarlos, no obstante, es algo mucho menos común, pero así…
Arturo Estrada se deja maravillar por el mundo natural. Permite que su mente lo transforme para entregarlo, amorosamente amasado, a…
La cumbia nació en Colombia, pero muchos aseguran que es México la que la mantiene viva. En medio de las…
Una investigación en Tanzania ha revelado herramientas y técnicas usadas por los Homo erectus para dominar el desierto africano hace…
El país con la mayor reserva de oro en Latinoamérica es al tiempo uno de los más importantes a nivel…