Una investigación descubrió los restos de un hombre joven y un perro, quienes murieron a causa del tsunami provocado tras la violenta erupción del volcán de Thera.
Hace unos 3,600 años, la isla Santorini fue testigo de una de las erupciones volcánicas más violentas de las que se tiene registro. El cataclismo, conocido como la erupción minoica o erupción de Thera, envolvió a la isla en una nube de humo y cenizas volcánicas, arrojando cuatro veces más material eruptivo a la atmósfera que el mítico Krakatoa.
Aunque no están del todo claros los detalles de la violenta erupción minoica, al menos cuatro destructivos tsunamis que siguieron a la actividad eruptiva cambiaron decisivamente el mundo Mediterráneo:
En Santorini, las cenizas enterraron la ciudad de Akrotiri y contribuyeron a la desaparición de la civilización minoica, mientras que algunas fuentes históricas de la Antigua China y Egipto refieren días de oscuridad que provocaron la pérdida de cosechas y animales.
Su repercusión en el mundo antiguo fue tal, que los estragos pudieron haber inspirado la historia bíblica de las plagas en Egipto y el relato platónico de la Atlántida de Platón, la mítica ciudad que pereció bajo el mar. A pesar de que los científicos calculan que al menos 35,000 personas perdieron la vida en la hecatombe, no existen registros arqueológicos de posibles víctimas, más allá de un hombre que murió enterrado en Santorini descubierto en el s. XIX.
Más de tres milenios después, una excavación arqueológica en el oeste de Turquía acaba de descubrir los restos de las primeras dos víctimas confirmadas de la erupción, una de las más destructivas de las que se tiene registro:
A partir de los sedimentos estratificados de la bahía de Çesme, el estudio encabezado por un equipo multidisciplinario de Turquía, Austria e Israel encontró evidencias de tsunami en el depósito en cuestión y dos esqueletos: el de un hombre y el de un perro que muy probablemente perecieron en uno de los cuatro tsunamis provocados por la intensa actividad volcánica de Thera en las costas aledañas al Mar Egeo.
Los restos óseos revelan que se trataba de un hombre joven y aparentemente sano, hallado bocabajo entre los escombros del depósito. El análisis reveló que el sujeto sufrió un trauma contundente antes de que su cuerpo quedara enterrado en el fondo de los escombros, empujado frente a un muro de contención, en una posición familiar para los rescatistas que en la actualidad trabajan en la búsqueda de personas tras un desastre de esta naturaleza. El perro fue encontrado a un costado de una puerta colapsada junto con paredes dañadas y cenizas en el lugar.
Los restos de excavaciones de pozos irregulares posteriores al evento revelan que los sobrevivientes intentaron rescatar a las personas enterradas; sin embargo, el joven y el perro yacían varios metros debajo de los pozos y los intentos de rescate fracasaron.
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