Hace 2,000 años, una nube incandescente de lava volcánica arrasó las ciudades romanas de Pompeya y Herculano. Los vapores tóxicos alcanzaron un radio de más de 20 kilómetros y la piedra volcánica combinada con la ceniza provocó la conservación de siluetas humanas que dan cuenta de la magnitud de la tragedia.
El último hallazgo entre los restos de la erupción del Vesubio realizado por el Ministerio de Cultura de Italia reveló detalles inéditos de una habitación de esclavos en la Villa de Civita Giuliana, una de las decenas de localidades que perecieron bajo el material incandescente en el año 79 d.C.
Más allá de la parafernalia que envuelve a los gladiadores, lo que conocemos sobre la vida de los esclavos en la Antigua Roma es limitado, comúnmente relegado a un segundo término en las fuentes oficiales y los relatos de los historiadores latinos que se basan en la clase dominante.
“(El hallazgo) es una ventana a la precaria realidad de unas personas que rara vez aparecen en las fuentes históricas, escritas casi exclusivamente por hombres de la élite», explicó el director general de Pompeya, Gabriel Zuchtriegel, en un comunicado.
El cuarto de 16 metros cuadrados tenía tres camas, una vasija de cerámica y un cofre de madera. Se cree que fungía como dormitorio para la servidumbre que se encargaba de las tareas en la Villa. A diferencia del resto del complejo, la habitación tenía un estilo austero, sin decoración en las paredes ni detalles arquitectónicos propios de la Villa. En la parte superior, una pequeña ventana ofrecía luz y una ventilación mínima a los esclavos.
Como los tablones de madera que daban forma a las camas podían ajustarse a distintas alturas, los arqueólogos sugieren que la habitación pudo haber sido el hogar de una familia compuesta por dos adultos y un menor:
Dos de las camas medían 1.70 metros, mientras una más alcanzaba una altura de 1.4 metros. Además, debajo de las camas yacían jarrones, una ánfora y otras piezas de cerámica, objetos personales que refuerzan esta teoría.
La habitación se suma a una serie de descubrimientos recientes en Civita Giuliana, un sitio constantemente asediado por cazadores de tesoros que saquean el yacimiento arqueológico en busca de objetos para venderlos de forma clandestina.
Desde 2017, el Ministerio de Cultura italiano trabaja de forma permanente en el lugar para combatir el robo de bienes culturales y al mismo tiempo, promover la oferta turística de Pompeya.
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