Otro hallazgo fortuito, realizado durante la construcción de un aeropuerto, dio con un conjunto funerario: un gran ejército de terracota. Fue así que la ciudad de Xian atrajo la mirada de arqueólogos de toda China en 1990. Los obreros habían descubierto una cámara subterránea de techo abovedado. Dentro, centenares de figurillas conformaban un ejército a la espera de la ocasión de defender a su propietario. Hasta el día de hoy, se han localizado más de 80 bóvedas de este tipo, todas asociadas al mismo entierro, donde reposan los restos del emperador Jing Di, quien reinó durante quince años, entre el 156 y el 141 antes de nuestra era.
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Se han encontrado alrededor de 50,000 figurillas de cerámica en el entierro. Todas forman parte de un solo conjunto que representa un ejército destinado a acompañar al emperador Jing Di en el viaje a la otra vida. Los guerreros aparecieron en su mayoría desnudos, pero restos de seda sugieren que alguna vez estuvieron fastuosamente vestidos con materiales preciosos que con el tiempo se desintegraron. Los orificios en sus hombros son indicadores de que contaban con brazos de madera, posiblemente articulados, que al estar hechos de un material perecedero se perdieron. Los acompañaban efigies de caballos, pollos, cerdos y otros animales domésticos para el transporte y la alimentación del ejército.
Un aspecto sorprendente de este conjunto militar es la presencia de estatuillas femeninas. A partir de esto se ha teorizado que en los ejércitos chinos de la época debieron existir grupos de mujeres entrenadas para la guerra.
A pesar de que el sitio se ha explorado durante tres décadas, contando incluso con un museo subterráneo, la sepultura de Jing Di no ha sido abierta. El emperador fue enterrado en un túmulo funerario, similar a una pirámide trunca, al cual se conectan las cámaras donde se encuentran los guerreros. La tumba de la emperatriz Wang, consorte de Jing Di, también se localizó durante los trabajos de excavación. A ella se asocian más de 30 bóvedas que contienen, además de otras figuras de cerámica, contenedores de semillas e incluso carruajes.
En los alrededores del mausoleo imperial se localizó un vasto cementerio donde habían restos de más de diez mil personas. La presencia en estos cuerpos de cadenas y grilletes ha llevado a pensar que se trata de esclavos que construyeron la tumba de Jing Di. En la zona también se han encontrado gran cantidad de moldes de cerámica, con los que se dio forma a las figurillas que acompañan al difunto emperador. Este hallazgo nos ayuda a comprender las difíciles circunstancias en las que se erigió el sepulcro, así como el esfuerzo humano que implicó su construcción.
Este artículo es de la autoría de Rodrigo Ortega Acoltzi, quien investiga y escribe sobre arte e historia. Puedes leer más de su trabajo aquí.
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