El ADN permite conocer el color de ojos, la piel y hasta la textura del cabello de personajes históricos a partir de sus restos. Esto podría marcar el futuro de la reconstrucción facial.
En las últimas décadas, los científicos transformaron a la reconstrucción facial en un parteaguas que cambiaría nuestra forma de mirar al pasado. Realizaron reconstrucciones que mostraron a la humanidad los rostros de figuras históricas como el rey Tutankamón, Ramsés II, uno de los faraones más poderosos del antiguo Egipto, el rey inglés Enrique VII y a Lucy, un fósil de homínido prehumano.
La tarea de revivir un rostro utiliza la ciencia y la tecnología para recrear la apariencia de individuos a partir de restos humanos, como cráneos u otros elementos óseos. Estos acercamientos se han desarrollado a través de diversas técnicas, sin embargo, el ADN ha permitido que éstas sean más precisas.
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El ADN hace más precisa la reconstrucción facial
El análisis de ADN está elevando la precisión en las reconstrucciones, asegurando que los rasgos faciales de pueblos y personajes antiguos sean los correctos. Actualmente, existen posibles sesgos en el proceso, ya que la interpretación de características puede variar según el conocimiento, los prejuicios y la subjetividad de los expertos.
El ADN desempeña un papel crucial al proporcionar datos sobre la ascendencia, el color de piel y ojos. También puede revelar el ancho y la forma de la nariz, la textura del cabello, las cejas, el grosor de la barba, y otros rasgos genéticos. Esto reduce la incertidumbre y aporta precisión a las reconstrucciones. La combinación de la ciencia y la tecnología contribuye a una reconstrucción facial más fidedigna de la historia.
«Creo que el ADN ha sido, y seguirá siendo, el factor decisivo para las reconstrucciones faciales», dijo a Live Science Oscar Nilsson, artista forense, escultor y arqueólogo. «(Puede predecir) una serie de detalles del rostro, como la predisposición genética a la calvicie, las bolsas en los ojos, etc. Incluso la forma general de un rostro se puede estimar de esta manera.»
El análisis de ADN revolucionó, por ejemplo, la percepción de Ava (una mujer de la Edad de Bronce). En 2016, el artista forense Hew Morrison la representó con piel clara y ojos azules. Sin embargo, el ADN de sus restos indicó que probablemente tenía ojos marrones y cabello negro, además de una piel ligeramente más oscura que los escoceses actuales, según una publicación de 2017.
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Rostros de personas vivas para revivir el pasado
La reconstrucción facial tiene limitaciones, la mayoría de los trabajos inician con un cráneo y la dificultad aumenta cuando los restos están dañados, incompletos o descompuestos. También existe un margen de subjetividad debido a que los especialistas desconocen el peso corporal de los dueños del rostro.
«Dependiendo de lo que falta, es posible reconstruir dicha estructura, pero el nivel de incertidumbre aumenta,» dijo Cícero Moraes, experto brasileño.
En este proceso, la mayoría de los investigadores recurren a bases de datos de tomografías computarizadas de individuos vivos, conocidos como donantes, para determinar la posición de elementos como los músculos faciales, grasa y piel. Los artistas forenses ajustan sus búsquedas según sexo, edad y etnia, para lograr la mejor coincidencia.
En esta labor utilizan software de computadora, o en ocasiones, materiales como arcilla o silicona, para crear la representación final. La colaboración entre artistas forenses, arqueólogos e historiadores es esencial para un resultado más completo.
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