La cultura funeraria en África, que alienta el contacto con los muertos, entre las causas de la epidemia que aún no cede.
La conmoción es enorme. "Pensábamos que algo así sólo ocurría en una película mala, pero no en la vida real", señala Iza Ciglenecki. "Pero ha ocurrido", añadía recientemente la directora de proyectos de Médicos Sin Fronteras tras evaluar con sus propios ojos la dimensión de la epidemia de Ébola en África occidental.
Ciglenecki contó en la reciente conferencia de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS) su dramática experiencia en la región donde, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el último año se contagiaron casi 23,000 personas y más de 9,300 perdieron la vida.
Se espera que Guinea, Sierra Leona y Liberia, los tres países más afectados por la epidemia, consigan vencerla antes de mediados de abril. Pero en la conferencia de la AAAS, que terminó el lunes en la ciudad californiana de San José, las preguntas clave eran cómo se pudo llegar hasta la epidemia, qué señales pasaron desapercibidas y, sobre todo, qué se puede mejorar en el futuro.
"Ésta está siendo la mayor y más dura epidemia de Ébola jamás vista", dijo el vicesecretario general de la OMS, Keiji Fukuda. Los países afectados se encontraban debilitados por décadas de conflictos y no estaban preparados para reaccionar. El brote pasó desapercibido durante meses, debido entre otras causas a la cultura funeraria local, que fomenta el contacto con los difuntos. Y el virus se expandió rápidamente debido a la inicial falta de control en las fronteras.
"No estábamos preparados adecuadamente", reconoce Fukuda, cuya opinión es similar a la de sus colegas de otras organizaciones. "La ayuda internacional llegó muy tarde", añade la representante de Médicos Sin Fronteras. Pero además, esta epidemia era muy especial, apunta el biólogo estadounidense Anthony Fauci, experto en inmunología. "Hasta ahora, la mayoría de brotes eran muy aislados. Antes de que tuviéramos claro que éste era un brote de alcance mundial, ya se había expandido muchísimo. Todo fue muy inusual".
Según Fukuda, aún hay pendiente un análisis integral de los errores cometidos, pero de momento, está claro que el papel más importante "lo desempeñan los países". Son ellos "quienes deben tener la capacidad de detectar pronto el brote y transmitir esa información", añadió. Por eso, la OMS está visitando a los países de la región a fin de evaluar sus capacidades. "Y hemos detectado que en muchos lugares, éstas no son tan robustas como pensábamos".
Fauci exigió por su parte que no se deje abandonados a los cooperantes y personal que combate la epidemia en África sin una infraestructura sólida. Además, instó a que se trabaje para conseguir más vacunas.
Con todo, aunque los expertos ya piensen en cómo evitar otra epidemia o al menos detectarla antes, la epidemia actual aún no ha pasado. "Cuando alcancemos los cero contagios, y es lo que queremos, tenemos que seguir haciendo lo que estamos haciendo ahora", dijo Fukuda. Pero tal y como advirtió Ciglenecki, aún queda un largo camino para eso. Ni ella ni ninguno de sus colegas se atreve a pronosticar cuándo acabará.
Además, Ciglenecki tiene otra gran preocupación: las consecuencias a largo plazo. "Hasta ahora no les hemos prestado mucha anteción, porque estábamos desbordados con la gravedad de los casos. Pero los primeros contagios ponen de manifiesto que las consecuencias a largo plazo pueden suponer, entre otros, pérdida de peso, dolores, ceguera, fatiga, estigmatización y problemas psíquicos".