Babou, el gato del artista Salvador Dalí, era un ocelote y no un felino siamés con manchas pintadas, como muchos quisieron creer. El animal se convirtió en una figura icónica en la vida del excéntrico pintor y en una mascota intrigante y presente en la obra del artista surrealista. Babou fue fuente de inspiración para su obra y su fiel acompañante por casi diez años.
En la década de los 60, Salvador Dalí adquirió al ocelote en Colombia. Sin embargo, otra versión asegura que el presidente Carlos Lleras Restrepo se lo obsequió al artista cuando estaba de visita en ese país.
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Salvador Dalí y Babou se convirtieron en compañeros inseparables. El felino estuvo a su lado en restaurantes, cruceros y hoteles, uno de esos lugares fue un restaurante en Manhattan, donde los clientes se asustaron al verlo, pero el pintor tranquilizó a todos y explicó que solo se trataba de un gato con manchas pintadas al estilo op-art.
El ocelote camuflado de gato siempre lucía una correa de oro, lo que agregaba dramatismo y elegancia a su presencia. De esta forma llegó al Hotel Palace, donde se lanzó desde una ventana, y al Hotel Le Meurice, donde el pintor y sus empleados no pudieron impedir que destrozara las alfombras y las cortinas.
Babou acompañó al pintor en sus excéntricas apariciones públicas y en sus aventuras surrealistas. Una fotografía de ese entonces muestra a Dalí con su característico bigote y a su ocelote, ambos mirando al espectador de manera enigmática.
El ocelote es un felino pequeño originario de América, conocido por su elegante pelaje moteado y manchas oscuras en un fondo amarillo o crema. Llegan a medir hasta un metro de largo y en peso alcanza los 16 kilos, su hábitat abarca desde Estados Unidos hasta América del Sur, y es un cazador sigiloso adaptado a una vida solitaria en bosques y selvas tropicales.
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El ocelote estuvo con el artista desde la década de 1960 hasta los años 1970. La vida de Babou como mascota fue corta, debido a las estrictas leyes de tenencia de animales exóticos en Europa, debido a esto Dalí no pudo llevarlo de vuelta a España, donde residía la mayor parte del tiempo. También se dice que el tamaño que alcanzó el animal en la vida adulta y su naturaleza salvaje propiciaron que fuera llevado a otro sitio.
Babou fue donado y pasó sus últimos años en un zoológico de San Diego, California, donde recibió cuidados profesionales y vivió en un entorno más apropiado para su especie. Aunque su tiempo con Salvador Dalí fue relativamente breve, la historia de Babou sigue siendo un recordatorio de la fascinación del artista por los gatos.
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