Para varias leguas de la antigüedad el azul era inexistente, ya que no tenían una palabra para referirse a ese color primario.
El azul es un color primario, y uno de los favoritos entre millones de personas. Es, incluso, un distintivo de nuestro planeta, el cual, entre su cielo y sus océanos, nos deleita cada día con él. No obstante, para el ojo humano, que es capaz de ver alrededor de un millón de colores, el azul no siempre estuvo ahí, y hay evidencia que demuestra este hecho.
William Ewart Gladstone, primer ministro británico en cuatro ocasiones, a lo largo del siglo XIX, descubrió, gracias a su afición por la obra de Homero, que en La Ilíada y La Odisea el autor griego jamás se refiere al azul, como sí lo hace con el rojo, negro o blanco. De hecho, cuando tuvo que describir el mar, se refirió a este como “vino-oscuro”.
Años después, Lazarus Geiger, un filósofo y filólogo alemán, llevó sus investigaciones a varias lenguas antiguas, con el fin de determinar si en ellas había alguna palabra para significar al azul. De este modo, se dio a la tarea de revisar textos islandeses, hebreos, chinos, árabes e hindúes. La sorpresa del especialista fue descubrir que ninguno de ellos hacía referencia a este color.
¿Significa que no veían el azul?
Hay constancia de varios estudios que buscaron desentrañar el misterio del azul, pues la evidencia de que este no era percibido por el mundo antiguo fue cada vez en aumento. Uno de ellos se centró en una tribu de Namibia, la cual, al igual que los ejemplos anteriores, no tiene una palabra en su lengua para referirse al enigmático color.
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El trabajo fue publicado en 2006, teniendo como autor principal a Jules Davidoff, un psicólogo de la Universidad de Goldsmiths, en Londres. En sí, los sujetos puestos a prueba en la investigación tuvieron que distinguir, entre once cuadros verdes y uno azul, el que era diferente. No fueron capaces de hacerlo.
Curiosamente, cuando se cambió el cuadro azul por un tono diferente de verde, los miembros de la tribu lograron identificar inmediatamente el que desentonaba con el resto.
Sin embargo, la primera civilización que tuvo una palabra para el color azul fue la egipcia. En ella se empezaron a producir tintes azules y, al parecer, la conciencia por este color se extendió con ellos hasta la actualidad.
Poca presencia en la naturaleza
Aunque el azul parece dominar el cielo y el mar, lo cierto es que otras manifestaciones de la naturaleza dan poca constancia de este color. Basta con poner atención al entorno para descubrir que el azul tiene poca participación en otras áreas.
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La gran mayoría de los animales no puede retener los pigmentos del azul, por lo que carecen de células que reflejen esa tonalidad de luz. Por su parte, en las plantas, las moléculas relacionadas a dicho color son sumamente complejas, razón por la cual las flores azules son producidas entre menos del 10% de todas las especies conocidas.
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