El trabajo de un explorador y fotógrafo en un parapente.
«Tienes 180 grados de visibilidad horizontal y vertical y vas a 43 o 44 kilómetros por hora. Y no necesitas un parabrisas delante de ti. Es un poco como si estuvieras revoloteando en el borde de una cuchara. Para tomar fotos, es una bomba».
Las piernas del fotógrafo George Steinmetz cuelgan del arnés de su parapente motorizado en su intento de ganar más de 5,600 metros mientras fotografiaba un volcán extinto en el Sahara, su primera misión utilizando el parapente motorizado.
La primera vez que George Steinmetz usó su máquina voladora (un parapente motorizado fabricado en Alemania, para ser exactos) fue en una misión hacia el desierto del Sahara, para fotografiar un cráter volcánico de casi 13 kilómetros de diámetro, lo cual requería que volara a poco más de 1,800 metros.
«Despegué al amanecer, cuando había suficiente luz para ver, y simplemente aceleré a fondo durante alrededor de una hora, hasta que básicamente me quedé sin gasolina», me contó por teléfono. «Estaba muy nervioso allá arriba». Realmente fue bastante petrificante. Y pensé: espera un minuto, ya estás arriba. Estaba realmente decidido a conseguir esta imagen. Así que mejor tomé la dichosa foto. Me dije: si vas a morir, ¡cuando menos que sea por algo, no por nada!
Pimientos rojos son puestos a secar tras ser cosechados cerca de Baicheng, Xinjiang, China.
Cementerios y campamentos de nómadas Afari en medio de flujos de lava parcialmente enterrados en barro cerca del delta del río Awash, en Etiopía.
Steinmetz descubrió que una vez que se concentraba en tomar las fotos, dejaba de pensar en morir y se calmaba. «Cuando me enfrento a determinada situación, me doy cuenta de que tomar fotos es muy útil, porque me ayuda a pensar en las cosas que puedo controlar».
No podía sino preguntarse si tales momentos eran una fuente de alegría en el nivel de la búsqueda de emoción que se vive en los deportes de aventura, o una inhibición.
Como sea. «Yo vuelo por las fotos», dice. «Si no tengo una cámara, no vuelo. Si puedo conseguir el mejor lugar de una colina, o un helicóptero, o un avión, lo hago. Ciertos tipos de fotografías no puedes conseguirlas de otra manera. Soy un pragmático de sangre fría».
Steinmetz ha cubierto su cuota de aterrizajes no programados -17 puntos de sutura después de chocar contra un árbol al despegar en China-; enfrentamientos con pobladores locales -pedradas por parte de mujeres de una comunidad en Yemen-; ridículo -un grupo de soldados sudaneses fueron contratados para protegerlo en lugar de reírse-. «¡Hemos sido contratados para protegerte y tú estás tratando de matarte!»; e incluso, arresto -el muy publicitado incidente cerca de un corral de engorda en Kansas-, mientras Steinmetz preparaba un trabajo para National Geographic.
Pero estas cosas están lejos de ser superadas por los momentos de belleza, de admiración y satisfacción, de capturar escenas que pocos -que no sean aves- consiguen ver. Él describe un momento en el desierto del Sahara. Él había estado siguiendo una caravana de varios cientos de camellos durante varios días, tratando de conseguir la toma deseada, hasta que una mañana decidió hacer algo más.
Caravanas de sal se cruzan en la enorme llanura del desierto de Ténéré en el Sahara. La caravana en el primer plano está en camino del desierto, cada camello cargado con 440 kilos de sal, mientras que la que está en el fondo va camino a Fachi, con un montón de forraje y alimentos para el viaje de regreso.
«Miré en el horizonte y había otra caravana que venía en el sentido opuesto. Así que tenía la posibilidad de hacer que esas dos enormes caravanas se cruzaran. Había estado volando sobre los camellos durante días y ellos no se inmutaban en lo absoluto». (Steinmetz dice que algunas veces el sonido de su parapente basta para hacer que algunos de los animales más volubles huyan), un hecho que a veces, muy juiciosamente, podría utilizar a su favor). «Yo tenía la oportunidad de conseguir este momento realmente excepcional. Este tipo de cosas ya no existe; las caravanas son de esas situaciones en proceso de extinción. Tuve la posibilidad de hacer que esta retina capturara el momento en que algo realmente fabuloso ocurría, algo que nunca había visto antes. Como fotógrafo vivo para estos momentos».
La altitud media de 30 a 150 metros, justo debajo del rango en que los helicópteros vuelan, es donde Steinmetz prefiere pasar el rato: «Ahí ves [la tierra] más oblicuamente, de modo que puedes observar la relación 3D. Es la mezcla perfecta donde es posible tener la perspectiva más amplia, para ver el horizonte infinito o las montañas en la distancia, pero también a las personas y lo que están haciendo». Él describe esto como «fotografía de calle desde el cielo».
Agua y arena en el Parque Nacional de Lençóis Maranhenses, Brasil.
Steinmetz cree firmemente que sus fotos deben contar una historia de lo que sucede abajo, ya sea con las personas o el paisaje. Estudió geofísica en la Universidad de Stanford.
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