Activistas por los derechos indígenas y gobiernos sudamericanos enfrentan el desafío de recientes encuentros para replantear sus políticas de ?no contacto?.
Con su reciente salida de la selva, tribus aisladas de Perú y Brasil plantean un desafío a funcionarios de ambos países, quienes deben replantear sus políticas de ?no contacto? y prepararse para una posible oleada de ?primeros contactos?, toda vez que sigue reduciéndose la selva que alberga a esos grupos indígenas, altamente vulnerables.
?Los pueblos van a salir?, dijo José Carlos Meirelles, veterano que ha dedicado más de 40 años a proteger algunas de las ?tribus no contactadas? más misteriosas y casi desconocidas que habitan la apartada y anárquica frontera brasileña con Perú. ?Creo que, en los próximos diez años, veremos una serie de primeros contactos?.
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Funcionarios peruanos dieron la alarma a fines del mes pasado, al anunciar que habían enviado un equipo de expertos a una aislada región amazónica para establecer ?contacto controlado? con un grupo de dos docenas de nómadas indígenas mashco-piro. Desde hacía meses, dichos nativos aparecían con regularidad a orillas de los ríos e incluso incursionaban en asentamientos para robar comida y bienes.
Turistas y lugareños han hecho videos donde aparecen abrazando a los indígenas, dándoles ropa y botellas de refrescos. Sin embargo, algunos encuentros también han sido fatales. En mayo, un grupo tribual mató a un aldeano de 22 años disparándole una flecha al corazón, por razones que aún son inciertas.
Casi invisibles al mundo exterior durante décadas, hace tres años los mashco-piro empezaron a presentarse de pronto, de manera regular, en la parte superior del río Madre de Dios. Aunque suelen desaparecer casi tan rápidamente como llegan, su presencia en los bosques de las inmediaciones está ocasionando tensiones entre las comunidades nativas matsigenka, contactadas por misioneros en la década de 1960 y asentadas más tarde en segmentos apartados del río.
?Estamos entre la espada y la pared. Esto es una emergencia que requiere de una respuesta concreta?.
?Luis Felipe Torres
Asesor del gobierno peruano
?Es evidente que el ritmo y la agresividad del contacto se aceleran rápidamente?, dijo Glenn Shepard, curador de etnología en el Museo Goeldi de Belém, Brasil, quien ha trabajado con los pueblos indígenas de la región Madre de Dios desde hace 25 años.
Solo hasta hace poco, funcionarios gubernamentales reconocieron su proyecto de hacer contacto oficial con los mashco-piro. No obstante, el equipo de emergencia ha estado en el campo desde hace más de un año, informa Luis Felipe Torres, asesor de la Dirección de Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial del Ministerio de Cultura de Perú. Y su objetivo, agregó Torres, es encontrar la manera de mediar el acelerado ingreso de los mashco-piro en el mundo exterior.
Por su parte, funcionarios peruanos han propuesto una estrategia que incluye controlar el acceso a la parte alta del río, que frecuentan los indígenas; educar a las comunidades vecinas sobre el peligro de la interacción con los mashco-piro; implementar una campaña de vacunación en los asentamientos para minimizar el riesgo de transmisión de enfermedades; y lanzar patrullas para recoger más información sobre la tribu.
Entrevistado por teléfono en Lima para National Geographic, Torres desestimó a los críticos ?incluidos los líderes de la federación indígena más grande de la región Madre de Dios- que afirman que los esfuerzos para contactar con los mashco-piro sentarán un precedente peligroso y propinarán un revés a los derechos de los nativos. ?Estamos entre la espada y la pared?, dijo Torres. ?Esto es una emergencia que requiere de una respuesta concreta?.
Adoptada en 2006, la política oficial peruana de ?no contacto? no ha cambiado respecto de las 14 o 15 tribus que viven aisladas dentro de las fronteras del país. Pese a ello, Torres explicó que se hizo una excepción en el caso específico del grupo mashco-piro porque busca hacer contacto con el mundo exterior de manera deliberada y se expone a graves peligros.
La política de ?no contacto? surgió de una estrategia instrumentada en Brasil en la década de 1980, la cual abarca un mínimo de 27 y tal vez hasta 70 comunidades indígenas aisladas, la mayor cifra en todo el mundo. Perú y Brasil han creado redes de parques y reservas forestales para proteger a dichas tribus de la explotación y las enfermedades devastadoras que suelen acompañar el arribo de la civilización occidental a la espesura. Sin atención médica y seguimiento riguroso, las poblaciones indígenas que no han tenido exposición previa sucumben rápidamente al contagio de padecimientos como sarampión e influenza. De hecho, epidemiólogos e historiadores opinan que las epidemias desatadas accidentalmente por los europeos pudieron ser determinantes para la conquista del Nuevo Mundo.
Con agrestes bosques en las tierras altas y pantanales casi impenetrables, la región occidental del Amazonas ha sido un refugio ideal para las tribus indígenas que han buscado preservar sus culturas y ocultarse de sus enemigos. Casi todos los grupos aislados de Sudamérica se concentran en un enorme arco que sigue, más o menos, el perfil de la frontera occidental de Brasil. Venezuela, Colombia, Ecuador y Bolivia albergan algunas de esas tribus; en Paraguay, un grupo aislado ha sido hostigado por rancheros que están despejando bosques en la región del Chaco. Se cree que en las montañas de Nueva Guinea hay un puñado de tribus aisladas; y en las islas Andamán, en el océano Índico, un par de tribus aisladas han respondido a los intentos de contacto con lluvias de flechas.
Torres reveló que, en los últimos meses, se ha reunido en varias ocasiones con el grupo mashco-piro y ha intentado averiguar más sobre la tribu: la salud de las familias, en dónde viven, cuántos son, a qué distancia se internan en la selva. Las entrevistas suelen ocurrir a orillas de los ríos, cuando los investigadores se topan repentinamente con los indígenas. Los hombres de la tribu van desnudos y resaltan el hecho de que están desarmados. Los investigadores recurren a intérpretes indígenas de los asentamientos cercanos que hablan yine, lengua que entienden los mashco-piro. ?Dicen: ?No teman. No les haremos daño?, informa Torres, describiendo un encuentro típico. ?Pero sin duda tienen escondidas sus flechas. Van a todas partes con sus arcos y flechas?.
Hasta ahora, las conversaciones han consistido de intercambios a voces desde lados opuestos del río y casi siempre se limitan a peticiones de los indígenas: machetes para hacer flechas o bananas para comer. Mas los encuentros no han revelado las razones que motivaron su salida de los bosques primigenios que han protegido a sus pueblos desde hace décadas, si no es que siglos.
Los grupos indígenas aislados de la Amazonia occidental sufren crecientes presiones. El cerco se está cerrando, gradualmente, en torno de los últimos sectores de bosque tropical que ha sobrevivido al chirrido de motosierras, el chasquido de rifles y el retumbo de la maquinaria pesada. Pero en este caso, los funcionarios peruanos dudan que los mashco-piro estén huyendo de narcotraficantes, taladores o equipos de exploración petrolera. Creen, en cambio, que los indígenas solo buscan más artículos como los que han conocido en sus redadas de asentamientos y en encuentros con extraños.
Los productos comerciales siempre han ejercido una poderosa atracción en las tribus aisladas. Durante la mayor parte del siglo XX, exploradores de las selvas brasileñas colmaron de semejantes regalos a los ?indios salvajes? para convencerlos de aceptar el contacto. Sin embargo, la costumbre fue interrumpida cuando Brasil adoptó su política de ?no contacto? para respetar el derecho de las tribus aisladas que deseaban seguir recluidas. A partir de entonces, los agentes gubernamentales solo buscaron a los grupos que estuvieran en peligro inminente de enfermedad o violencia genocida y con el tiempo, funcionarios por los derechos indígenas terminaron por suponer que las tribus preferían su aislamiento antes que hacer contacto.
No obstante, acontecimientos recientes han puesto en duda esa suposición. El año pasado, un grupo de casi 30 indígenas salió de la selva en las inmediaciones de Simpatia, asentamiento nativo ashaninka cercano al río Xinane, Brasil. Según Carlos Travassos, director del Departamento de Indígenas Aislados y Recién Contactados, los nativos regresaron al bosque, pero reaparecieron días después, enfermos y exhaustos, justo cuando llegaba un equipo de respuesta de emergencia. Con la ayuda de intérpretes, los indígenas describieron una terrible experiencia en la selva, al otro lado de la frontera con Perú, donde su pueblo fue masacrado por intrusos, posiblemente taladores ilegales o narcotraficantes.
?No podemos asegurar que algo, por sí solo, los orillara a hacer contacto?, escribió Travassos en un correo electrónico desde Brasilia, ?pero es obvio que la violencia y el consiguiente agotamiento que padecían allanó el camino para el contacto?. Antes de regresar al bosque, todo el grupo fue vacunado contra la influenza. Gracias a los esfuerzos del equipo, agregó Travassos, ?los impactos del contacto fueron mínimos?.
Los funcionarios brasileños que ayudaron a crear la política de ?no contacto?, hace años, están empezando a replantear su estrategia. ?Hay algo que llamamos autodeterminación?, dijo Meirelles, el agente de protección indígena, en conversación telefónica con National Geographic desde su hogar en la ciudad portuaria amazónica de Rio Branco. Con décadas de experiencia en el río Xinane (donde ocurrió el contacto del año pasado), Meirelles fue invitado recientemente a Perú para reunirse con Torres y sus superiores del Ministerio de Cultura, a fin de tratar el tema del contacto mashco-piro.
?Si una tribu aislada decide hacer contacto, ¿qué podemos hacer? ¿Amarrarlos, meterlos en un avión y soltarlos nuevamente en la selva??, cuestionó Meirelles. ?Si buscan hacer contacto, debemos recibirlos de la mejor manera posible. Tenemos que atender su salud, bloquear las fronteras de su territorio, darles tiempo para adaptarse a la locura de nuestro mundo?.
Scott Wallace, colaborador regular de National Geographic, es autor de The Unconquered: In Search of the Amazon?s Last Uncontacted Tribes.
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