El arte suele reflejar los tiempos de la vida del artista, el clima político, intelectual y cultural de su era; lo que los alemanes llaman Zeitgeist, y nosotros traducimos como el “espíritu del tiempo.” La monumental pintura al óleo de Picasso, El Guernica, acusa, inequívocamente, el espíritu del tiempo en el que el malagueño realizó la obra, y se vuelve fundamental enmarcar la creación de la pieza en su preciso contexto histórico.
Texto: Maite Basaguren
Corría el año de 1937, el mundo veía venir con angustia el inicio de la Segunda Guerra Mundial y España se encontraba sumida en una sangrienta Guerra Civil. Las fuerzas republicanas del Frente Popular se enfrentaban a las tropas franquistas. Estos últimos recibían el apoyo de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini.
La importancia de este poblado en el país vasco es simbólica. Guernica resguarda desde hace siglos El árbol de Guernica (Gernikako Arbola en euskera) sagrado para los vascos. Este roble ha representado, desde el siglo XIV, las libertades de Vizcaya y los vizcaínos, y por extensión las del pueblo vasco.
Cinco días después de la ofensiva, “El 1 de mayo, después de formar parte en una manifestación del trabajo en Paris, que acabó siendo una demostración de apoyo al pueblo de Guernica, Picasso comienza a trabajar en su cuadro. El primer esbozo que tenemos es del 1 de mayo,” explica Rosario Peiró, directora del Área de Colecciones del Museo Reina Sofía, en Madrid.
Ese mismo año de 1937, París fue la ciudad sede de la Exposition Internationale des Arts et Techniques dans la Vie Moderne que se inauguraría durante la primavera. Quizás el pabellón más notable fue el de España, a cargo del arquitecto Josep Lluis Sert, por encargo del entonces gobierno de la Republica Española. Este pabellón despertaba vivo interés del público ya que se presentaba en el marco de la guerra civil.
De acuerdo con Peiró, “Cuando el gobierno Republicano decide tomar parte en la Exposición Internacional de Paris del 37, quiere hacerlo de una manera importante. Invita a los grandes artistas españoles, sobre todo a aquellos muy conocidos internacionalmente, a que participen, por eso les pide a Miró y a Picasso (quien vivía en Paris desde hace varios años) un proyecto específico, una obra creada únicamente para ese pabellón.”
Entre obras de artistas destacados como la Fuente de Mercurio de Alexander Calder y El Campesino Catalán en Rebeldía de Joan Miro, la obra por la que el pabellón español y la Exhibición de 1937 trascendería fue El Guernica, en la que Picasso hizo un resumen pictórico del dolor y la devastación de aquella tarde de abril en el norte de España, en un día de mercado.
Picasso caminaba por la memorable senda de Goya y sus Fusilamientos (1814) o de Velázquez con su Rendición de Breda (1635). En esta ocasión sería el Gobierno de la Segunda República Española, con el telón de fondo de la guerra civil, quien encomendara la obra con el fin específico de despertar simpatías a la causa republicana.
“Antes de empezar, el gobierno le hace unos pagos, como encargo que es, para la tela, los pinceles e incluso el alquiler del estudio donde la pintó, porque era una pieza de dimensiones tan grandes que en el estudio que ocupaba Picasso en ese momento no cabía” explica Peiró.
Aunque la obra fue pensada y encargada al artista como propaganda para la Segunda República, lo cierto es que El Guernica es demasiado grandioso para ser solo una obra de encargo; sin embargo, también es una obra de encargo. Es esa dualidad de la obra ¡ consiente y calculada, pasional y arrebatada donde Picasso cumple con la misión de atraer la atención del público hacia la causa republicana y al mismo tiempo acierta a expresar algo más hondo, un sentimiento popular español que las pinceladas del artista revelan con singular destreza.
Además, hunde sus raíces en sus figuras mitológicas, populares, eternas, de un valor simbólico conocido. Personajes de la composición como el toro bravo y el caballo, tienen resonancia simbólica de Iberia. En medio de la tragedia, la muerte y la destrucción el toro y el caballo aun saben a tauromaquia. Así, brillante y ágil, en blanco y negro matiza dolor y tradición, pinta prosa y hace poesía. Alegorías, metáforas y simbolismos con los que el pueblo se identifica y acoge con especial fervor las imágenes y hace suya la protesta contra el horror y la muerte. Es la acogida popular y no la idea política de donde recibe su grandeza la obra.
Los avatares, ires y venires y la controversia alrededor del Guernica
Una vez derrotado el gobierno de la República, el material del pabellón queda un tanto a la deriva y Picasso presenta la pieza en diferentes exposiciones alrededor del mundo, en lo que se conoce como los viajes de recaudación, con el fin de ayudar a los exiliados y a los refugiados de la guerra civil española. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el artista decide dejar la obra en el MoMA de NY.
Como explica Peiró, “ya al final de sus años, empezó a haber una especie de movimiento por parte del Estado Español, todavía franquista, para recuperar el cuadro. Picasso se niega a que El Guernica vuelva a España bajo este régimen.”
Al morir Franco en 1975, dos años después de que muriera el artista, comenzaron las
negociaciones con el MoMA y la obra terminó en Madrid, en el Casón del Buen Retiro, que es un anexo del Museo del Prado.
Este recinto cultural se inaugura en septiembre de ese mismo año con una colección
de obras creadas a partir de 1881, que es el año del nacimiento del mismo Picasso. Y como bien afirma Peiró, “Para el Reina Sofía, El Guernica es la pieza central a partir de la cual se construye no solamente el museo sino también la colección.”
De acuerdo con Peiró, “El cuadro y se instala [inicialmente]en el Casón del Buen Retiro porque en aquel momento el Reina Sofía todavía no existía.” Sin embargo, Andrés Úbeda, Director Adjunto de Conservación e Investigación del Museo Nacional del Prado, asegura que “Picasso había mostrado su interés y su voluntad de que el cuadro terminase en El Museo del Prado.”
Lo cierto es que no puede uno dejar de preguntarse si al trasladar la pieza no se perdió un dialogo directo y físico del Guernica con obras de artistas como las anteriormente mencionados y otros tantos que se encuentran en El Prado y si esto no sería el interés del mismo Picasso, quien como nos comenta Úbeda:
En la opinión de Úbeda, “El problema es que El Reina Sofía tiene una vocación de ser un museo de arte estrictamente contemporáneo. El Guernica se creó en 1937, vamos para el primer centenario de una pintura que ya no es tan moderna. Entonces, la conciencia que todos tenemos es que algún día [El Guernica] y Picasso en su conjunto volverá al Museo del Prado.”
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