El Papa Francisco es elocuente y resuelto, pero es sólo el último de una fila de líderes católicos que intentan promover cuestiones ambientales de altura en la agenda de la Iglesia.
Una tan esperada carta del Papa Francisco sobre el medio ambiente, dada a conocer oficialmente el jueves, marca un hito en la conservación: El líder de mil doscientos millones de católicos está articulando un caso formal para que el saneamiento de la Tierra y el alto al calentamiento global sean imperativos morales.
?El cambio climático es un problema mundial con consecuencias graves: ambientales, sociales, económicas, políticas y de la distribución de bienes?, escribió el Papa en su encíclica, el decreto más importante que un Papa puede emitir. ?Representa uno de los principales desafíos para la humanidad en nuestros días?.
Pero debería ser una sorpresa que este Papa esté tomando dicha causa con tanta fuerza en este momento.
Desde las peticiones del Papa Juan Pablo II de respetar la naturaleza, hace un cuarto de siglo, hasta la relación cada vez más sofisticada del Vaticano con la ciencia, la Iglesia Católica Romana ha estado impulsando durante décadas el hecho de tomar en serio las cuestiones ambientales. Y el Papa Francisco, un exquímico con una profunda preocupación por los pobres, parece decidido a demostrar que el cambio climático ?el problema ?verde?? es algo más que salvar osos polares.
Es su lugar, de acuerdo con su encíclica, es algo así como ?la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta?. Abordar eso, según los expertos, no es un problema de la ciencia. Es una cuestión de ética.
?El cambio climático plantea preguntas existenciales: ¿Cuál es nuestra relación apropiada con otros seres humanos, con las generaciones futuras, con el mundo natural??, dice Anthony Leiserowitz, director del Proyecto de Comunicación del Cambio Climático de la Universidad de Yale.
?No es sólo la cuestión de amar la creación, sino el daño contra millones de personas?, dice, ?contra esas mismas personas cuyas vidas, según los cristianos les han dicho, tienen que dedicarse a mejorar?.
El Vaticano podría ser más conocido por entrar en la refriega política cuando se pronuncia en contra del aborto o el matrimonio homosexual (incluso la encíclica del jueves reitera las críticas de la Iglesia al aborto). Pero el catolicismo ha trascendido mucho las fronteras políticas.
Los dos últimos papas presionaron para conseguir que los temas ambientales recibieran más atención en la agenda católica. Pero es el Papa Francisco, con su don para la comunicación, quien está consiguiendo elevar la conversación.
?Lo que el Papa Francisco dice está en consonancia con lo expresado por los que estuvieron antes que él ?sólo que de una manera en la que es más fácil comprender la problemática?, opina Bill Patenaude, uno de los fundadores del Movimiento Católico Mundial por el Clima. ?Pero él tiene una personalidad única. Las personas se sienten atraídas por el Papa Francisco. Esto ha hecho que esta encíclica sea la más esperada en la historia de la Iglesia?.
Dueños y dominadores
El Papa dirigió su encíclica a ?toda persona que vive en el planeta?. Sugiere que las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del rico hemisferio norte son en gran parte responsables del calentamiento global que amenaza a los menos afortunados del sur, a través de temperaturas abrasadoras y escasez de agua y cultivos.
?Muchos de los pobres viven en zonas especialmente afectadas por los fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen en gran parte de las reservas naturales y los servicios ecosistémicos como la agricultura, la pesca y la silvicultura?, escribió el Papa. ?Ellos no tienen otras actividades financieras o recursos que les permitan adaptarse al cambio climático o enfrentar los desastres naturales, y su acceso a los servicios sociales y la protección es muy limitado?.
La encíclica insta al mundo a cambiar de dirección, reducir el consumo y unirse para solucionar el problema: ?Se llama a la humanidad a tomar nota de la necesidad de cambios en su estilo de vida y en los métodos de producción y consumo, para combatir este calentamiento, o cuando menos las causas humanas que lo producen y acentúan?.
El especialista en clima Veerabhadran Ramanathan, profesor de la Universidad de California en San Diego, fue de los científicos que informaron al Papa sobre cuestiones climáticas en Roma el año pasado. Dice haber quedado sorprendido por la rapidez con que Francisco parecía captar las complejidades.
?No veo ninguna discordia entre la Iglesia y la ciencia?, subraya Ramanathan. ?Si algo hay, es armonía?.
Los paneles solares del Vaticano
Roma podría ser siempre recordada por la persecución de GaliIeo, pero la Iglesia moderna no ve una contradicción entre la convicción religiosa y la investigación rigurosa. (Lee: La era de la incredulidad)
La Iglesia solicita el asesoramiento de su propia academia de científicos, que consta de los ganadores del Premio Nobel y altos líderes de opinión mundiales, como Ramanathan, algunos de los cuales son ateos o practicantes de otras religiones.
Y los papas, desde Pío XII en 1950, han aceptado cada vez más la mayoría de los principios de la evolución, por ejemplo, mientras otras denominaciones religiosas no lo han hecho. El predecesor del Papa Francisco, el Papa Benedicto XVI, proclamó que había ?muchas pruebas científicas a favor de la evolución, la cual parece ser una realidad?.
De hecho, fue Benedicto a quien se le conoció como el primer ?Papa verde?. Él no sólo aceptó la amenaza que supone el cambio climático, sino que pugnó casi una década atrás porque el Vaticano fuera ?carbono neutral?. Instaló paneles solares en una sala del Vaticano y buscó un papamóvil híbrido.
?Desde mucho tiempo atrás en la tradición teológica se ha hecho hincapié en evitar el uso excesivo de los bienes de la tierra?, argumenta Jame Schaefer, profesor de teología en la Universidad de Marquette, quien se concentra en los vínculos entre la ecología y la religión. ?Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI pusieron el énfasis en el consumo excesivo, la codicia y la sostenibilidad del mundo?.
Pero donde Benedicto ha sido un intelectual tímido, Francis es un encanto. Cuando Francisco habló sobre la evolución a finales de 2014, lo hizo en un tono memorable.
?Dios no es un ser divino o un mago, sino el Creador que trajo todo a la vida?, dijo Francis. ?La evolución en la naturaleza no es incompatible con la idea de la creación, porque la evolución requiere de la creación de los seres que evolucionan?.
Ramanathan y otros dicen que tal habilidad oratoria en la vinculación de la ciencia y lo divino podría ser lo que ha estado faltando en la discusión sobre el cambio climático.
?Alrededor del 60% de las emisiones causantes del calentamiento global proviene de las mil millones de personas más ricas, mientras que los tres mil millones de seres humanos más pobres no pueden pagar o tener acceso a combustibles fósiles?, asegura Ramanathan. ?Necesitamos tecnología y ciencia, pero la transformación fundamental que se necesita tiene que ver con nuestras actitudes. Los científicos no tienen autoridad moral para pedir a la población que cambie su comportamiento?.
Peter Raven, presidente emérito del Jardín Botánico de Missouri y miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias, dice que los funcionarios electos no lo harán por su cuenta: ?Los políticos no pugnan de manera natural por algo que va a provocar la incomodidad de algunas personas ?eso requiere un cambio moral?.
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