Los juicios de Salem (1692-1693), resultaron en la ejecución de 20 personas y el encarcelamiento de más de 200, todas acusadas de brujería.
Los juicios de las brujas de Salem, que tienen origen en Massachusetts, comenzaron en 1692, cuándo las primas Betty Parris y Abigail Williams, de 9 y 11 años respectivamente, empezaron a mostrar síntomas extraños como contorsiones y convulsiones. Un médico le dijo al reverendo Samuel Parris que las niñas estaban embrujadas, lo que desencadenó una serie de acusaciones de brujería en Salem, Massachusetts. A las primeras acusadas, Tituba y Sarah Good, se sumaron más de 200 personas acusadas y encarceladas.
Estos eventos se desarrollaron en un contexto de fervor religioso puritano y una atmósfera de superstición, lo cual facilitó la aceptación de tales acusaciones. El reverendo Samuel Parris desempeñó un papel crucial, alentando la caza de brujas. Las tensiones entre las comunidades, junto con creencias arraigadas en la brujería y la interpretación literal de la Biblia, alimentaron la histeria. Con la llegada de refugiados debido a la guerra con Francia, el conflicto entre familias locales y la rigidez del reverendo Samuel Parris exacerbaron la tensión en la comunidad.
Sintomas de los «hechizos»
Bridget Bishop fue la primera en ser ejecutada, en junio de 1692. En total, veinte personas fueron ejecutadas y varias más murieron en prisión. Linnda Caporael propuso ,en 1976, una teoría que sugiere que los síntomas de las niñas podrían haber sido causados por el ergotismo; una intoxicación por hongos de centeno. Aunque esta teoría ha sido descartada debido a la falta de síntomas gastrointestinales.
Más recientemente, Michael Zandi y Johnny Tam han propuesto que las niñas podrían haber sufrido de encefalitis anti-NMDAR, una enfermedad autoinmune que causa síntomas similares a los descritos en los juicios de Salem. Esta enfermedad provoca convulsiones, alucinaciones y comportamientos extraños. Sin embargo, la simultaneidad de los síntomas en Betty y Abigail plantea preguntas sin respuesta.
Extremismo religioso
El reverendo y su familia, incluyendo a su esclava Tituba, estuvieron en el centro de estos eventos. Tituba realizaba rituales vudú que influenciaron a las niñas. Cuando las adolescentes empezaron a mostrar síntomas extraños, la comunidad, convencida de la existencia de brujas, inició un proceso judicial donde las acusaciones y confesiones bajo tortura eran comunes.
Contrario a la creencia popular, las brujas de Salem no fueron quemadas en la hoguera; un método de ejecución común en Europa. Los acusados de brujería, en Inglaterra y sus colonias, fueron juzgados en tribunales civiles, y castigados usualmente era la horca. Los casos de brujería, en Europa, fueron tratados por tribunales eclesiásticos y considerados herejías, lo que llevo a la hoguera como método de purificación del alma.
Además de las ejecuciones, los juicios de Salem fueron notorios por las pruebas crueles utilizadas para determinar la culpabilidad; como la prueba del agua, la prueba de la aguja, la prueba de las lágrimas y la prueba del peso. Estas prácticas reflejaban la profunda superstición y la falta de comprensión científica de la época.
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Tituba fue la primera en confesar y fue seguida por otras mujeres; Sarah Osborne y Sarah Good, quienes fueron ejecutadas. La histeria colectiva se extendió, resultando en más acusaciones y ejecuciones sin pruebas sólidas.
A medida que las acusaciones y ejecuciones continuaban, la opinión pública comenzó a cuestionar la validez de los juicios. En 1695, se criticó a los magistrados, y para 1711, muchas condenas fueron revocadas y se ofrecieron compensaciones a las familias afectadas. Los juicios de las brujas de Salem se han convertido en un símbolo de la injusticia y la histeria colectiva, ilustrando los peligros de las acusaciones infundadas y la persecución.
Después de la masacre
Años después, los tribunales admitieron las irregularidades de estos juicios y en 1703 se rechazaron muchas de las pruebas presentadas. Ann Putnam, una de las acusadoras, pidió perdón en 1706.
El legado de los juicios de Salem ha perdurado en la cultura popular, en parte gracias a la obra «Las brujas de Salem» de Arthur Miller. Hoy en día, disfrazarse de bruja para Halloween es una forma de diversión; pero ser acusado de brujería, en el siglo XVII, significaba condena a muerte. Los juicios de Salem sirven como un recordatorio de los peligros del extremismo religioso, las falsas acusaciones y la justicia arbitraria llevada por el fervor popular. Actualmente, un museo en Salem recuerda este oscuro capítulo de la historia.
Este texto fue escrito por Ana Laura Citalán Limón, periodista y comunicóloga apasionado por la vida silvestre, la política y la lectura. Colabora como redactora en National Geographic en Español.
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