El nombre de Frida Kahlo se encuentra en todas partes. Si se trata de historia del arte, es imposible no incluirla en el listado de las pintoras más importantes de todos los tiempos. ¿Cómo es que su obra y su persona adquirieron esta presencia? Algunas de las claves para entender a Frida se encuentran en su propia biografía. Partes de ésta siguen siendo un enigma, pues la artista acostumbraba deformar, tergiversar y exagerar los sucesos de su vida.
En 1953, en cama y con serios problemas de salud, Frida Kahlo dictó sus memorias a la crítica de arte Raquel Tibol. Este texto es una guía imprescindible para conocer a la pintora y el mundo en el que habitaba.
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació en la Casa Azul, hoy Museo Frida Kahlo, en Coyoacán, México. Su acta de nacimiento da como fecha el 6 de julio de 1907, aunque ella misma declaraba haber nacido en 1910, año en que inició la Revolución Mexicana. Fue hija de Matilde Calderón y Guillermo Kahlo, fotógrafo alemán.
“Yo me parezco físicamente a los dos”, apuntaba Frida, “Tengo los ojos de mi padre y el cuerpo de mi madre.”
Desde la infancia aprendió de su padre las artes de la observación y la paciencia. El fotógrafo también instruyó a su hija en el uso de la anilina y el pincel para colorear imágenes captadas en blanco y negro. La niña Frida nunca encajó en el ideal femenino de su tiempo.
“Mis juguetes fueron los de un muchacho; patines, bicicletas,” recordaba.
Es probable (aunque ella nunca habló del tema) que hubiera nacido con una deformación en la columna que desde temprana edad afectara su crecimiento y su capacidad de moverse. De acuerdo con su propio testimonio, a los seis años fue atacada por la poliomielitis. La enfermedad dejó huellas permanentes en su cuerpo: Frida cojearía durante toda su vida.
“La patita quedó muy delgada […] supuse que las burlas no me harían mella, pero después sí me la hicieron, y cada vez más intensamente.”
Frente a las burlas de vecinos y amigos, Frida siempre contó con el apoyo de Cristina, su hermana menor, quien cuidó de ella hasta su último día.
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Kahlo fue una de las escasas mujeres de su época que tuvieron acceso a la educación media. En 1922 ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, donde se familiarizó con los ideales socialistas y la filosofía moderna, que empezaban a permear en la intelectualidad mexicana. En la escuela formó parte de los Cachuchas, un grupo de estudiantes de izquierda que discutían la política, el arte y la vida social del país. Aspiraba a estudiar medicina y demostró tener una impresionante memoria y una singular capacidad para aprender otros idiomas.
“Mentiras que uno se da cuenta del choque, mentiras que llora. En mí no hubo lágrimas […] el pasamano me atravesó como la espada a un toro.”
En estos términos describió Frida el accidente vial del 17 de septiembre de 1925, en el que se vio involucrada. El choque de un tranvía con el camión en el que viajaba causó en ella serias heridas que debilitaron el estado de su cuerpo, de por sí delicado. Durante los años siguientes, se sometería a incontables procedimientos médicos para mitigar las secuelas del choque.
Frida pasó dos años en cama, atada a corsés y aparatos ortopédicos que le impedían moverse. Entonces comenzó a pintar. En su cama, su madre “colocó a todo lo largo del techo un espejo en el que pudiera verme y utilizar mi imagen como modelo”.
Frida conoció al pintor Diego Rivera cuando éste pintaba un mural en la Preparatoria. Tras años de relacionarse de manera distante e intermitente, se casaron en 1929. Pronto Diego fue comisionado para pintar en Estados Unidos. Entre 1930 y 1933, Frida y él vivieron en las ciudades de San Francisco, Detroit y Nueva York.
Se divorciaron en 1939, tras diez años de matrimonio, y volvieron a casarse en 1940. En México, ambos residieron en una casa doble construida para ellos por Juan O’Gorman en la colonia San Ángel Inn. Es bien sabido que ambos tuvieron relaciones extramaritales. Los amantes de Frida no fueron solamente hombres: también mantuvo romances con distintas mujeres. Su relación con Diego fue compleja pero nunca dejaron de expresarse amor mutuo.
Frente a la imponencia de los murales de su marido, Frida pintaba cuadros de pequeñas dimensiones que, en lugar de mostrar alegorías o pasajes históricos, retrataban su realidad, sus sentimientos y sus preocupaciones.
“Mi pintura lleva dentro el mensaje del dolor […] No es revolucionaria”, expresó. “La pintura me completó la vida. Perdí tres hijos y otra serie de cosas que hubieran llenado mi vida horrible. Todo eso lo sustituyó la pintura.”
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Frida Kahlo expuso de manera individual por primera vez en 1937 en Nueva York. Su obra comenzó a adquirir renombre en círculos ajenos a México, y al año siguiente fue invitada a exponer en París. Entre sus amistades se encontraban los artistas André Breton, Pablo Picasso y Marcel Duchamp. Su única exposición en México fue organizada por la fotógrafa Lola Álvarez Bravo en 1953. El estado de salud de Frida era tan pobre que la pintora asistió a la inauguración cargada en una camilla.
Partidaria de las ideas socialistas, Frida Kahlo gestionó que el gobierno mexicano diera asilo al líder soviético León Trotsky, quien era perseguido por las fuerzas del dictador Joseph Stalin. Trotsky vivió en la Casa Azul entre 1937 y 1939, donde, aseguran fuentes cercanas a Frida, ambos tuvieron un romance. En 1940, Trotsky fue asesinado en su nueva residencia en Coyoacán, ubicada a pocas calles de la Casa Azul.
En 1943, Frida Kahlo ingresó como maestra a la Escuela de Pintura y Escultura de la Secretaría de Educación Pública. Allí impartió clases a jóvenes de clase media y baja, a quienes instruía tanto en la técnica como en la sensibilidad que se requiere para pintar. Tras algunos meses, imposibilitada para seguir enseñando debido a su estado de salud, trasladó su clase al jardín de la Casa Azul. Allí el grupo de sus estudiantes se redujo a cuatro jóvenes que se convertirían en renombrados artistas: Fanny Rabel, Arturo Estrada, Guillermo Monroy y Arturo García Bustos. Los cuatro fueron cercanos a Frida durante diez años.
“Me echaba de panza en el piso, con todos los muchachos de panza también, y dibujábamos […] Jugábamos a las canicas, al trompo, y me fui haciendo amiga, muy amiga de ellos”, afirmó.
Para finales de la década de 1940, la salud de Frida había entrado en decadencia. Pasó casi todo el año de 1952 en el hospital, y a causa de sus múltiples operaciones desarrolló una dependencia al Demerol, analgésico similar a la morfina.
En 1953, una gangrena obligó a los médicos a amputarle la pierna derecha. La pintora, ahora dependiente de una silla de ruedas, se retiró de la vida social. Cada vez le era más difícil pintar, pero nunca dejó de hacerlo.
Hasta el final, afirmó amar “las cosas, la vida, las gentes”.
Frida Kahlo falleció el 13 de julio de 1954, a la edad de 47 años. Su obra pictórica es una expresión única de intimidad que conecta con públicos de todos territorios y todas épocas. La sinceridad de sus cuadros conmueve, fascina e incluso aterra. En palabras de Diego Rivera: “Frida es ácida y tierna, dura como el acero y delicada y fina como el ala de una mariposa. Adorable como una bella y profunda sonrisa y cruel como la amargura de la vida.”
Este artículo es de la autoría de Rodrigo Ortega Acoltzi, quien investiga y escribe sobre arte e historia. Puedes leer más de su trabajo aquí.
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