El miércoles 22 de septiembre, tres días después de la erupción del volcán en La Palma, las autoridades dieron a conocer que la erupción del Cumbre Vieja podría prolongarse 84 días más. Desde entonces, han pasado 50 días hasta mediados de noviembre y la actividad eruptiva continúa, esta vez con un nuevo aumento en la sismicidad.
Desde entonces, las imágenes de barrios enteros sepultados en ceniza, cosechas perdidas y un panorama desolador son el denominador común en las localidades alcanzadas por las erupciones en La Palma.
Cinco días después de la primera erupción, la actividad explosiva del volcán Cumbre Vieja en La Palma alcanzó un punto máximo.
Los videos captados el 24 de septiembre desde la isla muestran erupciones violentas, acompañadas de la expulsión de material piroclástico con rugidos ensordecedores y ondas expansivas que se propagaron en todas direcciones a una velocidad mayor a la del sonido y se dejaron sentir en cuestión de segundos a kilómetros de distancia.
Entonces, las autoridades confirmaron la aparición de una nueva fisura y dos nuevas bocas eruptivas en el volcán. El aumento de la intensidad de las explosiones obligó a evacuar otras localidades que se consideraban fuera de peligro: Tajuya, Tacande de Abajo y una parte que aún no se evacuaba de Tacande de Arriba, en el municipio de El Paso.
Tras el aumento de actividad del volcán, las aerolíneas cancelaron los primeros vuelos con origen y destino a La Palma, una medida que se intentó posponer el mayor tiempo posible desde el inicio de la fase eruptiva.
La tarde del domingo 19 de septiembre, el volcán Cumbre Vieja ubicado en la isla de La Palma en Canarias, España, entró en erupción.
La primera explosión estuvo acompañada de una violenta expulsión de flujo piroclástico y columnas de humo, después de que un enjambre sísmico de casi 7,000 temblores delatara el aumento de la actividad volcánica en la parte sur de La Palma, una isla geológicamente joven y de origen volcánico.
Según el Instituto Volcanológico de Canarias, existen al menos nueve bocas eruptivas de las que emana lava y forman parte de la erupción estromboliana, caracterizada por su explosividad intermitente.
La duración de las erupciones y la formación de nuevas fisuras es aún una incógnita. La actividad eruptiva podría prolongarse por semanas y hasta meses, de acuerdo a los antecedentes históricos de la isla.
En los diez días previos a la erupción, la isla presentó un aumento súbito en la sismicidad, una señal que fue interpretada con éxito por los responsables de Protección Civil y permitió una evacuación anticipada de casi 5,500 personas de las 84 mil que viven en La Palma.
Se trata de la primera erupción en tierra que ocurre en España desde hace medio siglo, cuando el Teneguía, ubicado en la misma isla, comenzó una serie de erupciones que se prolongaron durante 23 días.
Según Protección Civil, hasta entonces más de 130 viviendas habían sucumbido ante el avance de las coladas de lava en camino a la costa; sin embargo, los daños se limitaban a destrozos materiales sin víctimas fatales.
La estimación inicial aseguraba que las coladas de lava avanzaban a una velocidad media de 700 metros por hora, consumiendo casas, árboles y carreteras a su paso.
Para la tarde del martes 21 de septiembre, la lava siguió su camino devorando aproximadamente 320 edificios y el número de personas evacuadas en La Palma se elevó a 6,200, mientras la actividad volcánica seguía en marcha.
Desde entonces, el magma ralentizó su camino hacia el mar: de los 700 metros por hora calculados al inicio de la erupción, la lava disminuyó su velocidad de avance a menos de 200 metros por hora el martes 21 de septiembre. Un día después, el Instituto Volcanológico de Canarias calcula que la volcada de lava se desplaza a unos cuatro metros por hora, aumentando los daños en La Palma.
Once días después de la primera erupción, las coladas de lava del volcán de La Palma finalmente alcanzaron el mar.
A pesar de que las autoridades manifestaron su preocupación por el momento en que la lava llegara al Atlántico debido a la emisión de gases tóxicos que produce el choque térmico entre ambos fluidos, el Instituto Volcanológico de Canarias aseguró que actualmente, los gases y explosiones representan un bajo riesgo para la población.
Esto se debe a la acción del viento, que está disipando la columna de gases lejos del archipiélago y minimizando las afectaciones locales a la calidad del aire. Sin embargo, Protección Civil puso en marcha un confinamiento en las zonas más cercanas a la caída de la lava al mar desde un acantilado como una medida de prevención.
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