Para muchos gatos y perros callejeros en el mundo, las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus significan una sentencia de muerte.
AFP.- Al pie de la Acrópolis, decenas de gatos callejeros se abalanzan sobre las croquetas arrojadas por un voluntario en las avenidas desiertas de Atenas. Los perros callejeros también sufren hambre y olvido desde que la población vive confinada por la pandemia del nuevo brote de coronavirus.
Desde el comienzo de la cuarentena «nos hemos visto sobrecargados de trabajo», explica Eleni Kefalopoulou, una voluntaria de la organización griega Nine Lives.
«Normalmente alimentamos a 600 gatos al día, ahora son más de 1,000», afirma a la AFP.
El cierre obligatorio de los restaurantes priva a los gatos y perros callejeros de las sobras y de los cubos de basura donde suelen agruparse. Los habitantes y los comerciantes no salen de sus casas para alimentarlos.
Para muchos vagabundos de cuatro patas, casi omnipresentes en Grecia, las restricciones impuestas por la epidemia de coronavirus significan una sentencia de muerte.
Los animales «más hambrientos, por lo tanto más propensos a confiar y ser abordados» se exponen a «más crueldad y al envenenamiento», dice Cordelia Madden-Kanellopoulou. Ella es cofundadora de Nine Lives Grecia. Esta es una red de voluntarios que aborda la sobrepoblación de gatos callejeros.
En cuanto a los perros, «durante el confinamiento, nos aseguramos de que tengan suficiente para comer para que no se vuelvan agresivos», declara Serafina Avramidou, concejala de Atenas para la protección de los animales.
Esta semana instalarán distribuidores de croquetas para alimentar «regularmente» a perros y gatos callejeros, agrega la concejala, que ha firmado más de 350 permisos de circulación para los voluntarios.
Las autoridades griegas han creado una plataforma en línea para recoger donaciones de alimentos y propuestas de servicios veterinarios.
Según el ayuntamiento de Atenas, hay miles de gatos callejeros en la capital griega, y cientos de perros.
En la vecina Turquía, las autoridades de Estambul distribuyen cada día una tonelada de comida para gatos y perros callejeros.
«Incluso antes de este coronavirus, como municipio de Estambul, nos ocupábamos de los animales callejeros», afirma Tayfun Koo, un trabajador del servicio veterinario del ayuntamiento de Estambul.
«Y continuamos nuestro trabajo bajo todas sus formas», dando alimentos, consultas y vacunas y procediendo a esterilizaciones.
«Les digo a todos nuestros ciudadanos que se queden en casa, nosotros cuidamos de nuestros amiguitos», promete Koo.
En otras partes de Europa, las autoridades están empezando a tomar conciencia de la situación de los animales callejeros.
Con el confinamiento nacional en España, el 14 de marzo, las autoridades madrileñas cerraron las 125 hectáreas del Parque del Retiro donde vivían unos 270 gatos. Al principio prohibieron la entrada de los voluntarios pero al final el ayuntamiento les permite entregar comida a los guardias del parque, que la distribuyen.
Un voluntario también puede tratar a los felinos durante una hora tres veces a la semana. Pero eso no es suficiente, protesta Mercedes Hervas, que preside la Asociación de Amigos de los Gatos del Retiro.
El 30 de marzo, un empleado del parque encontró el cadáver de una hembra tratada con antibióticos. Habrá más, advierte Mercedes Hervas.
«Tenemos que ir de colonia en colonia y esperar a que el gato salga. Tal vez los atletas olímpicos puedan hacerlo en una hora, pero nosotros no», dice.
Asimismo, en los Balcanes la ayuda a los animales callejeros es más una cuestión de falta de medios.
En Serbia, donde los animales callejeros no son responsabilidad del Estado, son los habitantes quienes los ayudan.
El caso de Macedonia del Norte también es preocupante. Por lo que, las distintas ONGs piden a la población que deje comida en las calles de Skopie para unos 10,000 perros callejeros.
En Croacia, unos cuarenta refugios de animales, cerrados a los visitantes, imploran a los ciudadanos que no abandonen a sus mascotas.
«Las medidas adoptadas para las personas son de hecho una sentencia de muerte para los perros y gatos», dice Indrit Osmani, que dirige la organización de voluntarios Animal Rescue en Albania.
Las clínicas veterinarias de Bulgaria han lanzado una campaña de información, después de constatar un creciente abandono de mascotas por parte de propietarios preocupados de que sus gatos o perros les transmitieran el coronavirus.
Los libaneses también llevan a cabo una campaña en las redes sociales donde publican una foto de su perro o gato con el letrero: «No transmito el virus» o «sólo transmiten amor».
En Beirut, la capital de Líbano, las organizaciones de derechos de los animales han advertido de un aumento de los casos de envenenamiento y abandono que «al menos se ha triplicado en las últimas semanas debido al pánico causado por la COVID-19», según la ONG BETA («Beirut for the Ethical treatement of Animals», «El tratamiento ético de los animales en Beirut», en español).
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