Aguerrido y amoroso, Guillermo Monroy es reconocido como artista plástico y luchador social. Ésta es la historia de vida.
A los 101 años, Guillermo Monroy continúa pintando. Su pasión por experimentar lo conduce todavía por inagotables caminos de maravilla y misterio. Tampoco lo ha abandonado el espíritu combativo que lo caracteriza; como profesor retirado, participa en los esfuerzos de su gremio por alcanzar una vida mejor.
Su obra
La pintura de Guillermo Monroy se construye de fantasía y de dura realidad. Ahí están sus temores, sus sueños y amarguras: niñas y niños que platican con los astros y los pájaros, que acarician conejos o que pierden una guerra mientras a su alrededor los muros lloran. Hay miradas que resguardan la noche, nubes que se abrazan y discuten, flores amarradas a la cauda del viento y mariposas de agua y tierra.
Pocos artistas se han volcado en su trabajo con tanta fuerza. Monroy es pintura. Todas las manos le pertenecen; todos los ojos son sus ojos. El autor se diluye con la obra, está dentro y fuera de los lienzos, se transforma en pincel para acariciar los rostros; es la línea que define a las figuras y el bastidor que las sostiene. Cada onda, cada golpe, cada roce es un latido de corazón vuelto materia.
Nace un artista
Guillermo Monroy Becerril nació el 7 de enero de 1924 en Tlalpujahua, Michoacán, uno de los principales pueblos mineros de México. A fines de los años 20, su familia migró a la capital y se estableció en los barrios populares, donde crecieron el futuro pintor, sus 5 hermanas y 3 hermanos.
Desde niño trabajó como carpintero y barnizador, primero en pequeños talleres y finalmente en fábricas de muebles. A los 16 años, gracias a la recomendación de un amigo, entró a la Escuela de Pintura y Escultura de la Secretaría de Educación Pública. Las clases eran gratuitas en la recién fundada institución, conocida con el nombre de la calle que la albergaba: La Esmeralda.
En La Esmeralda, Monroy fue discípulo de renombrados artistas, como los pintores José Chávez Morado, Raúl Anguiano y Feliciano Peña; los escultores Francisco Zúñiga y Rómulo Rozo y el grabador José Gutiérrez. Gracias a su talento y entusiasmo, el joven aprendiz recibió una beca que le permitió dedicarse a sus estudios de tiempo completo. Su tercer año en la escuela cambió su destino, cuando entró a los cursos que impartían Frida Kahlo y Diego Rivera.
Guillermo Monroy como parte de Los Fridos
Monroy formó parte del grupo de estudiantes conocidos como los Fridos, que se formaron en el jardín de la Casa Azul, en Coyoacán, bajo la tutela de Frida Kahlo. La pintora, limitada en su movilidad por un malestar crónico, supervisaba los avances de sus pupilos, al tiempo que los invitaba a abrirse a la vida.
Junto a Fanny Rabel, Arturo Estrada y Arturo García Bustos, Guillermo Monroy pintó sus primeros murales en Coyoacán, en la pulquería La Rosita y los lavaderos públicos de la Casa de la Madre Soltera. Posteriormente, al lado de Estrada y García Bustos, pintó el cuadro de gran formato Quiénes nos explotan y cómo nos explotan, que por su carácter contestatario fue atacado con ácido durante una muestra pública en la Alameda Central. En aquella ocasión, la obra fue defendida en la prensa por Diego Rivera, quien apoyó a sus estudiantes.
Monroy, Bustos y Estrada también fueron autores de tres murales en el salón de banquetes del Hotel Posada del Sol, y ayudaron a Rivera en la elaboración de intrincados mosaicos de piedra en los techos del primer piso del Museo Anahuacalli. Por invitación de José Chávez Morado, ingresaron al Partido Comunista, donde emplearon el arte como una forma de denunciar las injusticias de la sociedad mexicana. Esta filiación política le costó al joven artista varios enfrentamientos con la policía, algunos de los cuales acabaron en arrestos.
Te sugerimos: Quiénes son los Fridos, cuatro artistas que fueron discípulos de Frida Kahlo
Convirtiéndose en maestro
Guillermo Monroy se instruyó al lado de los más importantes artistas de la época. Además de colaborar con la pareja Kahlo-Rivera, fue ayudante de José Clemente Orozco en el último mural que el jalisciense completó. Fue parte del Taller de Gráfica Popular, al lado de grabadores como Leopoldo Méndez, Mariana Yampolsky y Pablo O’Higgins, y del revolucionario Taller de Integración Plástica, en el que tuvo compañeros como Rosendo Soto y Juan O’Gorman, con quien trabajó en el mosaico de piedra de la Biblioteca Central de la Ciudad Universitaria. También como miembro de este Taller, formó parte del equipo que decoró el Centro SCOP, donde diseñó un mosaico dedicado a la Tierra, sus recursos y posibilidades para la comunicación.
Inició su carrera como docente tres años después de graduarse de La Esmeralda. En 1949 fue profesor de artes plásticas en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, donde pintó un mural que fue censurado y que trataba sobre la invasión estadounidense de 1847. Más tarde dio clases en el Instituto Regional de Bellas Artes de Acapulco, Guerrero, al lado del pintor y grabador Luis Arenal.
Monroy se estableció finalmente en Morelos, donde fundó el Instituto Regional de Bellas Artes de Cuernavaca. Ahí fue maestro durante más de dos décadas. En 1968, organizó el primer Festival Miquixtli, hoy una imperdible tradición de la capital morelense en Día de Muertos.
El pintor continuó con su actividad política, que lo hermanó con intelectuales de izquierda como José Revueltas, Arnoldo Martínez Verdugo y Marco Antonio Montes de Oca. Durante sus años de docencia, transmitió a sus estudiantes esta pasión por la lucha social.
Ha destacado como conferencista y gestor que ha dejado una notable huella en la vida cultural de su estado. Es, además, un prolífico escritor, que ha publicado lo mismo crítica de arte que poesía en distintos diarios de circulación nacional.
Después de vivir un siglo
De obrero a pintor, de Frido a maestro, Guillermo Monroy es un ejemplo de arte comprometido, vanguardista y polifacético. A lo largo de más de 100 años de vida y 80 de trayectoria, ha deslumbrado al público por la sensibilidad de sus creaciones, y ha recibido el reconocimiento de sus mentores, colegas y alumnos.
Monroy ha conocido el desamparo y el sufrimiento. Su ánimo, sin embargo, no es torvo ni sombrío: para él la vida es una fiesta.
Este artículo es de la autoría de Rodrigo Ortega Acoltzi, quien investiga y escribe sobre arte e historia. Puedes leer más de su trabajo aquí.
Sigue leyendo:
Bellas Artes se está hundiendo por una pelea que sucedió en el siglo XX
El muralismo mexicano, el movimiento artístico que inmortalizó las memorias de la Revolución
Frida Kahlo: Así fue la vida de una de las pintoras mexicanas más importantes de la historia