Ha comenzado el vertimiento de agua que sufrió contaminación radiactiva por el accidente de la central nuclear de Fukushima.
En 2011 ocurrió uno de los terremotos más fuertes que se hayan registrado en tiempos recientes. El suceso se generó en la zona donde interactúan la placa del Pacífico y la de Norteamérica, afectando directamente a Japón. Dada la magnitud del movimiento, lo que vino después fue un tsunami. Sumando las catástrofes, se estima que hubo más de 15 mil muertos. Además de las pérdidas humanas y materiales, se contaron varios accidentes, siendo uno de ellos el de la central nuclear de Fukushima.
Debido a lo ocurrido en aquella planta, el agua almacenada resultó contaminada. Más de diez años después, y luego de un proceso de tratamiento para retirar la mayor parte de residuos radioactivos, Japón ha empezado a verter el líquido en el Pacífico. La controversial acción es una de las noticias que más ha impactado al mundo en las últimas horas.
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La descarga corresponde a una cantidad de agua que fácilmente se puede albergar en 500 piscinas olímpicas. Para el país asiático es un paso necesario en aras de su seguridad, mientras que para otros representa un daño significativo al medioambiente y a la seguridad alimentaria.
Las consecuencias empiezan
No es sorpresa que las relaciones comerciales entre Japón y China son fuertes. Sin embargo, en vista de la decisión tomada por las autoridades niponas, el gigante asiático ha puesto un veto a los productos marinos provenientes de Japón.
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Desde luego, las reacciones no se han hecho esperar. El gobierno japonés considera que no hay base científica para aplicar este rechazo. Incluso, se ha calificado como un obstáculo en las relaciones de estas dos potencias.
Yasutoshi Nishimura, ministro japonés de Economía, Comercio e Industria, se pronunció al respecto y consideró “inaceptables” las restricciones que está poniendo China. Cabe mencionar que este país ya venía expresando su firme oposición a la decisión que estaban por tomar sus vecinos.
Ante los temores internacionales por el vertimiento de estas aguas, el Gobierno japonés sostiene que su operación no causará daños, apoyando su comunicado en la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), entidad que también señala que el impacto al medioambiente y a las personas será insignificante.
Pero no todos están seguros de lo anterior. El grupo medioambiental Greenpeace considera que el proceso de tratamiento de agua es defectuoso. Por su parte, China y Rusia sugieren que el agua puede evaporarse y, con ello, dañar a la atmósfera.
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