Construyen sus casas a 35 metros de altura, para protegerse de la fauna y ante algunos fenómenos climatológicos.
La tribu nómada de los Korowais, en Papúa Occidental, se mantiene a salvo de animales e insectos en sus casas de árbol construidas a 35 metros de altura.
Son los últimos caníbales sobre la faz de la tierra y el mundo entero los conoció gracias a trabajos como los del antropólogo y documentalista del Instituto Smithsoniano Paul Taylor y del periodista australiano Paul Raffaele.
Una parte de la población de los Korowais se ha occidentalizado, pero la gran mayoría -se estima unas cuatro mil personas- conservan sus tradiciones milenarias.
Construyen sus casas en la copa de los árboles más fuertes de la selva conocidos como ?madera de hierro?, así, aseguran su protección ante espíritus malignos y también frente a los animales salvajes que abundan en el lugar, insectos y otras inclemencias ambientales como inundaciones.
Las casas también son símbolo de estatus: cuanto más altas, mayor es el prestigio del clan.
Los Korowais utilizan los materiales de la selva, palma para los techos y pisos, en tanto que recubren las paredes con rollos de corteza de los árboles. Los trabajos duran unas dos semanas hasta que la casa está completa, y la inauguran todos los integrantes de la familia con un rito que consiste en encender una pequeña fogata en lo alto.
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