La piedra más vieja que se ha encontrado en Jericó data de la última Edad de Hielo. Hace 11 mil años, los primeros asentamientos humanos se establecieron ahí, en medio del desierto de Judea, para fundar un campamento de cazadores-recolectores. Con el tiempo, este grupo cimentó las bases de la cultura natufiense. Con el tiempo, serían ellos mismos quienes construirían los cimientos de murallas, edificios y casas de la ciudad más antigua del mundo.
Hacia el año 9,600 a.C., estos mismos grupos humanos se establecieron de manera permanente. Jericó, como la llamarían milenios después, les pareció un lugar adecuado para sembrar, cultivar y hacer que su comunidad creciera. Con el fin de las heladas, el ambiente se hizo mucho menos hostil, y más propicio para el desarrollo de herramientas y cerámica. Desde entonces, el espacio no se ha deshabitado ni una sola vez.
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Después de 11 mil años de historia, Jericó está catalogada como la ciudad más antigua del mundo que ha sido habitada de manera ininterrumpida. De acuerdo con los registros de World History Encyclopedia, al norte de la urbe se encuentran los asentamientos más viejos. Ahí mismo, se han encontrado restos de cerámica, tallas en piedra y bloques grabados con inscripciones prehistóricas.
El nombre de la ciudad se ha traducido como «el lugar de las palmeras». Misiones arqueológicas contemporáneas han encontrado evidencia de al menos 70 hogares prehistóricos, situados cerca del manantial Ein as-Sultan, que seguramente les abasteció de agua. Éstas eran viviendas circulares, con al menos 5 metros de diámetro, hechas de arcilla y paja.
Con el tiempo, los habitantes de la Jericó primitiva aprendieron a usar las rocas en el espacio para construir muros y torres. La más antigua tenía ya 22 escalones, documenta el medio, y les servía a los locales como sitio de vigilancia para invasiones extranjeras y para advertir los cambios en el agua del manantial.
Hacia el año 8,000 a.C., el sitio creció exponencialmente. Tanto así, que los habitantes construyeron una muralla de 3.5 metros de alto, con un grosor de 1.8 metros, para protegerse de posibles inundaciones del manantial. Poco sabían los natufienses que esta barrera de protección les ganaría un lugar en las escrituras sagradas de la tradición judeocristiana —y no por las razones que hubieran querido.
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Ni siquiera por el desarrollo cultural que alcanzaron los natufienses a Jericó se le recuerda como la ciudad más antigua del mundo. Por el contrario, ubicado en la región de Cisjordiana de la actual Palestina, la ciudad carga el lastre de un pasaje bíblico funesto. Según las escrituras en el Antiguo Testamento, Dios hizo que la murallas de Jericó se derrumbaran ante la presencia de los israelitas.
Incluso desde los tiempos bíblicos, Jericó alcanzó el verdor del valle del río Jordán. Por ello, han mantenido el espacio ocupado durante milenios: como es un terreno fértil, es posible llevar a cabo la agricultura en medio del desierto de Judea. Especialmente para el cultivo del dátil, trigo y frutas cítricas.
Al fondo de la ciudad, siguiendo el relato judeocristiano, está el Monte de la Tentación. La Biblia documentó que, hacia el año 1,400 a.C., Jericó fue escenario de una batalla violenta entre los israelitas y los habitantes locales. Después de cruzar el río buscando la Tierra prometida, los israelitas derribaron sus muros. Después de 7 días de sitio militar, la ciudad cayó.
Desde el punto de vista judío y cristiano, fue Dios quien hizo caer la muralla de Jericó, premiando a su pueblo por seguir sus órdenes. Más allá del pasaje religioso, se tiene registro de que este muro existió y que, efectivamente, se derrumbó alrededor del mismo tiempo que quedó registrado en la Biblia.
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En la actualidad, hay visitas guiadas a través de la ciudad más antigua del mundo. Es posible llegar en coche desde Jerusalén, ya que se encuentra a sólo 25 kilómetros de distancia. Es importante llevar pasaporte e identificaciones oficiales, pues en el trayecto se cruza la frontera con Palestina.
Lo mejor es llegar en taxi, para evitar contratiempos con las Fuerzas Armadas de Israel en el paso de un país a otro. Una vez en la ciudad, el recorrido se centra en los vestigios arqueológicos que se mencionan en la Biblia. Incluso es posible visitar el Monasterio de la Tentación, donde se supone que Jesucristo fue a rezar después de haber sido bautizado por su primo, Juan el Bautista.
Incluso a pesar de las invasiones extranjeras, Jericó no ha dejado de estar habitada ni una sola vez. Por ello, conserva el título de la ciudad más antigua del mundo.
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