En la década de 1950, un patógeno devastó los cultivos de plátano y provocó la desaparición de una especie de esta deliciosa fruta. En los últimos años, una nueva amenaza ha surgido con fuerza, poniendo en riesgo a los plátanos más comercializados del mundo. La enfermedad, conocida como marchitamiento por Fusarium, podría llevar a esta variedad a la extinción funcional.
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El plátano más popular en el mercado actual es la variedad Cavendish, desarrollada como respuesta resistente a las enfermedades tras la extinción de la especie Gros Michel hace más de siete décadas. Durante unos 40 años, esta especie de banano prosperó en las vastas plantaciones de monocultivo que abastecen gran parte de las exportaciones y el comercio mundial.
“El tipo de plátano que comemos hoy no es el mismo que comían nuestros abuelos. Aquellos plátanos antiguos, los Gros Michel, están funcionalmente extintos, víctimas del primer brote de Fusarium en la década de 1950”, afirmó Li-Jun Ma, autor principal de una investigación publicada en Nature Microbiology.
La producción de este fruto estuvo segura hasta la década de 1990, cuando el plátano Cavendish comenzó a enfrentar problemas. Un nuevo patógeno fúngico emergió y empezó a marchitar las plantaciones. Este virus bloquea el flujo de nutrientes y provoca su muerte. “Hubo otro brote de marchitez del banano”, dice el autor principal Yong Zhang. “Se extendió como un reguero de pólvora desde el sudeste asiático hasta África y América Central”.
El estudio reciente, dirigido por un equipo internacional de científicos y del que forman parte Yong Zhang y Li-Jun Ma, ha revelado que la enfermedad del marchitamiento por Fusarium del plátano es causada por un patógeno fúngico llamado Fusarium oxysporum f.sp. cubense (Foc) raza tropical 4 (TR4).
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Durante los últimos 10 años, los investigadores han estudiado el nuevo brote de marchitez del banano. La nueva investigación revela que el Foc TR4 no evolucionó a partir de la cepa que devastó los cultivos en 1950. Además, la virulencia de esta nueva cepa parece estar vinculada a genes accesorios asociados con la producción de óxido nítrico. Estas conclusiones abren la puerta a tratamientos que podrían frenar su propagación.
“La identificación de estas secuencias genéticas accesorias abre muchas vías estratégicas para mitigar, o incluso controlar, la propagación de Foc TR4”, expresó Yong.
Ante este descubrimiento, los científicos alertaron que el problema fundamental para una de las frutas favoritas en el mundo es la práctica del monocultivo. El cultivo sin diversidad se convierte en un blanco fácil para los patógenos.
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