Algunos soldados se rehusaron a ocultar la tregua del 25 de diciembre de 1914.
Navidad de 1914. Primera Guerra Mundial, frente occidental, lucha de trincheras en la frontera franco-belga… ¿noche de paz? Como en los días anteriores, aquel 24 de diciembre también trajo muerte y desolación a los soldados.
"Todo lo que escuchaba en la trinchera era el crujido y el estruendo de las balas, las metralletas y las órdenes alemanas a lo lejos", recordaba el veterano británico Alfred Anderson, fallecido en 2005 a los 109 años.
Anderson tenía apenas 18 años de edad cuando aquella mañana del 25 de diciembre de 1914 sucedió lo increíble: de pronto, las armas callaron y se levantaron carteles en los que se leía "Merry Christmas" o "Frohe Weihnachten". Los bandos enemigos, sobre todo alemanes, austríacos y británicos, comenzaron a deslizarse fuera de sus trincheras. Primero sólo unos pocos; luego, cada vez más.
En medio del campo de batalla, se dieron la mano y cantaron villancicos que todos conocían: "Holy Night… Stille Nacht…", entonaban los soldados mientras se mostraban unos a otros fotografías de sus familias y cambiaban cerveza alemana por pudding inglés. Legendarios son ya aquéllos partidos de futbol en esa tierra de nadie abollada por el impacto de las granadas, con cascos como postes de las improvisadas porterías.
La tregua se expandió, en mayor o menor medida, a lo largo de los casi 700 kilómetros del frente. Los oficiales intentaron impedir hermanamientos, amenazando con fusilamientos según imponía la ley marcial. En la propaganda de guerra, el luego llamado "Operation Plum Pudding" por los británicos o "Weihnachtswunder" por los alemanes no tendría espacio alguno. Oficialmente, fue silenciado como si nunca hubiera existido.
Sin embargo, muchos soldados sí hablaron. "En ambos bandos reinaba el ánimo de que por fin podía acabar (la guerra). Todos sufríamos de la misma manera los piojos, el lodo, el frío, las ratas y el terror." Cuando la fiesta pasó, al principio los soldados disparaban por encima de las cabezas de sus enemigos, pero poco después volvió la guerra. Y ésta se prolongaría aún casi cuatro años más.
El pueblo francés de Frelinghien, en la frontera con Bélgica, recuerda con un monumento aquella tregua navideña. Hace unas semanas, en el condado británico de Staffordshire, el príncipe Guillermo inauguraba también una conmemoración de aquel milagro ocurrido hace un siglo.
"Hoy en día sigue siendo un significativo mensaje de esperanza y humanidad, incluso en el más desesperado de todos los tiempos", dijo el número dos en la línea de sucesión al trono. El monumento muestra el contorno de un balón de futbol, con dos manos unidas en el centro.
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