Figura materna por excelencia, sanadora misteriosa, la Virgen María inspira devoción como ninguna otra mujer en la Tierra.
Orar por la intercesión de la Virgen María y la devoción a ella son fenómenos globales. El concepto de María como intercesora ante Jesucristo empieza con el milagro del vino en las bodas de Caná, cuando, según el Evangelio de Juan, la Virgen dice: ?No tienen vino?, y de esa manera induce a Jesús a realizar su primer milagro.
En 431 d.C., durante el Tercer Concilio Ecuménico en Éfeso, María fue oficialmente declarada Theotokos, Madre de Dios. Desde entonces, ninguna mujer ha sido tan exaltada como ella. Y como símbolo universal de amor materno, sufrimiento y sacrificio, la Virgen es, muchas veces, la piedra de toque de nuestra necesidad de sentido, un vínculo más accesible con lo sobrenatural que las enseñanzas formales de la Iglesia, y su manto ofrece seguridad y protección. En cierta ocasión, al preguntarle al papa Francisco qué representaba María para él, el pontífice respondió: ?Es mi mamá?. (Lee: Las 10 citas más provocadoras del Papa Francisco)
Sus apariciones reportadas, casi siempre visiones de niños muy pobres que viven en regiones aisladas o en conflicto, han intensificado el misterio y el aura de la Virgen María. Y cuando ha sido imposible que los chicos renuncien a sus relatos ?en específico, las descripciones acompañadas de ?signos? inexplicables, como soles que giran o manantiales que brotan?, su portento crece.
María está en todas partes. La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una de las representaciones femeninas más reproducidas en México. Cada año, María atrae a millones de peregrinos hasta altares como los de Fátima, en Portugal, y Knock, en Irlanda, lo que sostiene una industria turística religiosa que produce miles de millones de dólares anuales y proporciona miles de empleos. La Virgen inspiró la creación de muchas obras maestras del arte y la arquitectura (la Piedad de Miguel Ángel, la catedral de Notre Dame), así como poemas, liturgias y música (las Vísperas de la Santísima Virgen, de Monteverdi). Y también es la confidente espiritual de miles de millones de personas.
Musulmanes y cristianos la consideran santa sobre todas las mujeres y el Corán cita el nombre de ?Maryam? más veces de lo que la Biblia menciona a ?María?. De hecho, María solo habla cuatro veces en el Nuevo Testamento, empezando en la Anunciación, cuando, según el Evangelio de Lucas, el arcángel Gabriel aparece para decirle que dará a luz ?al Hijo del Altísimo?, y María le responde ?He aquí a la sierva del Señor?. Su único discurso largo, también en Lucas, es el poético ?Magnificat?, que pronuncia al inicio de su embarazo: ?Alaba mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava. Desde ahora, todas las generaciones me llamarán bienaventurada?.
Y sí que lo han hecho.
Con todo, el rastro de su vida es esquivo. Así que los eruditos marianos deben tomar lo que puedan del Antiguo Testamento, los textos mediterráneos del siglo I, el Nuevo Testamento y las excavaciones arqueológicas.
La Biblia afirma que vivió en Nazaret, en la época en que los romanos controlaban el territorio judío. Después de que María quedó embarazada, su prometido, el carpintero José, consideró abandonarla hasta que un ángel se le presentó en sueños para decirle que no lo hiciera. El nacimiento de Jesús se menciona solo en dos evangelios, los de Lucas y Mateo. En cambio, Marcos y Juan se refieren a la madre de Jesús en varias ocasiones.
Los evangelistas escribieron 40 a 65 años después de la muerte de Jesucristo y no eran biógrafos, indica el padre Bertrand Buby, autor de un estudio en tres volúmenes titulado Mary of Galilee y miembro distinguido de la facultad del Instituto Internacional de Investigaciones Marianas en la Universidad de Dayton, Ohio. ?Así que no disponen de toda la información sobre María. Lo que saben de su vida es de oídas?.
Parte de las investigaciones eruditas más recientes se centran en el papel de María como madre judía. En su disertación sobre teología sagrada en el Instituto Mariano, María Enriqueta García explica que la Virgen nos trae a Jesús, la luz del mundo, de la misma manera que las madres judías encienden las velas en el sabbat. ?La relación de María con nosotros no es cualquier relación; es una sagrada?.
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