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La vida después de las bombas

En Laos hay 80 millones de bombas activas arrojadas por Estados Unidos durante la guerra con Vietnam.

Hubo un tiempo, aquí en la provincia de Xiangkhouang, Laos, cuando los niños crecían casi sin ver el sol.

La gente pasaba escondida en cuevas y túneles. Ahora la ciudad de Phonsavan es tan ajetreada que tiene semáforos digitales que muestran cuántos segundos les quedan a los peatones para cruzar la calle. Junto a las legendarias urnas megalíticas de la llanura de las Jarras, los restos de la guerra aérea estadounidense, que duró de 1964 a 1973, se han vuelto parte de una estrategia para atraer turistas: ese montón de carcasas de bomba se exhibe frente a la oficina de turismo local.

Con sus onduladas colinas y sus llanos cubiertos de pasto, en algunas partes la llanura de las Jarras parece un campo de golf gigante. Sólo que aquí las trampas de arena las hicieron las bombas que cayeron por millones y explotaron. Otros tantos millones no lo hicieron y se convirtieron en un peligro permanente, en especial para los emprendedores laosianos que hacen dinero rescatando el metal valioso de ellas.

En total, Estados Unidos arrojó más de 270 millones de pequeñas bombas de Racimos en Laos – más de una por cada hombre, mujer y niño en Estados Unidos en este momento-, además de 4 millones de bombas gigantes. El peso total de las bombas arrojadas fue muchas veces mayor que el de la gente que vivía en lados, que en ese tiempo tenía una población de unos 2 millones. Durante la guerra, Washington anuncio periódicamente un "Alto a las bombas"; toda la maquinaria de transporte de municiones que atraviesa los 12,000 kilómetros del pacífico desde las reservas en Estados Unidos no se podía tan sólo prender y apagar. Las bombas que no caían en Vietnam eran redirigidas a Laos. Posiblemente 80 millones de bombas no explotaron con el impacto y aún se consideran activas. Hasta 10% de todas las bombas grandes tampoco explotaron.

Los laosianos son indulgentes, pero mientras Laos siga plagado de explosivos, nadie puede olvidar, porque hacerlo puede matarte.

No importa cuán hermoso sea el escenario en la llanura de las Jarras: que no se te olvide que no debes subir por esa colina para ver mejor. Las bombas podrían lisiarte si es que no te matan.

No importa cuántas veces les hayas advertido a tus hijos, no debes olvidar que no puedes dejarlos recoger esas cápsulas que parecen juguetes. Ésas pequeñas bombas redondas podrían desfigurarlos o matarlos.

Extracto de la edición de agosto de la revista National Geographic en Español.

National Geographic

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