Las mujeres iraníes están quemando sus mandatorios hiyabs y protestando en contra de las opresiones que sufren debido a la dictadura en su país. Exigen libertad, justicia y un alto a la impunidad ante la violencia. Las consignas que se escuchan en las calles de Irán buscan el fin de la dictadura y con ella, las represiones que impone sobre la población.
Durante las manifestaciones mujeres queman las telas que cubrían sus cabezas, acto sumamente valiente en un régimen tan estricto como el de el Estado Iraní. Desde el año de 1979 se considera un delito no usar un hiyab, debido a las restricciones que –según algunas interpretaciones– establece el Corán, libro sagrado de los y las musulmanas.
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El 14 de septiembre de este año la policía de la moral, organismo que se encarga de controlar la decencia pública, arrestó a Mahsa Amina. Mahsa era una mujer kurda de 22 años que fue detenida por presuntamente atentar contra la moral con su vestimenta. Sin embargo, no existen pruebas de que los cargos en su contra fueran ciertos.
A pesar de que su detención fue breve, su vida también. Al salir de la detención fue directo al hospital, pues según las autoridades que la custodiaban había tenido un ataque al corazón pero la familia de la joven asegura que estaba en perfecto estado de salud y que fue la policía quien la agredió y la dejó en coma, lo que terminó con su vida.
A raíz de las protestas, las autoridades iraníes han tomado medidas represivas extremas. De acuerdo con la organización Derechos Humanos de Irán, al menos 76 personas han muerto a manos de las fuerzas armadas que han intentado, sin éxito, detener las protestas civiles. También hicieron uso de gas lacrimógeno y se enfrentaron a golpes con las manifestantes.
«El riesgo de tortura y maltrato de las manifestantes es serio y el uso de municiones reales en contra de ellas es un crimen internacional», dice Mahmood Amiry-Moghaddam, director de la instancia. «El mundo debe defender las demandas de la gente iraní por sus derechos fundamentales»
Asimismo, Irán ha cortado la comunicación con el exterior, dejando sin internet a Teherán y Kurdistán, dos de los principales centros de las protestas. El propósito es detener la rápida difusión que han tenido los sucesos alrededor de la muerte de Mahsa Amina.
«El bloqueo del internet debe entenderse como una extensión de la violencia y de la represión que ocurre en el espacio físico», menciona Azadeh Akbari, experto en cybervigilancia. «Las redes sociales son indispensables para la movilización de manifestantes, no sólo para coordinar sus encuentros pero también para amplificar los actos de resistencia,» menciona el investigador de la Universidad de Twente, en Países Bajos.
Aunque los hechos se dieron en Irán, personas de todo el mundo se han unido a las protestas para buscar justicia por Mahsa. Desde Austria hasta Chile, las movilizaciones buscan apoyar a las iraníes en su búsqueda de libertad. Mujeres de todos los continentes han cortado sus cabellos y organizado manifestaciones en muestra de solidaridad con la imposición del uso del hiyab. Las protestas mundiales apoyando a Irán sólo van en aumento.
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