Semillas de uva de hace 60 millones de años revelan cómo la extinción de los dinosaurios pudo haber facilitado la propagación de la fruta que da el vino.
La extinción de los dinosaurios podría ser una de las razones que permitió que los humanos pudieran degustar de un buen vino. Investigadores descubrieron semillas de uva fósiles, de entre 60 y 19 millones de años, en Colombia, Panamá y Perú. Una de estas es la más antigua de su tipo en el hemisferio occidental, y revelan cómo se extendió la familia de las uvas tras la desaparición de los gigantes que habitaban el planeta.
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¿Por qué la extinción fue clave para las uvas?
Al final del Período Cretácico, hace aproximadamente 66 millones de años, un asteroide impactó la Tierra, causando la extinción de los dinosaurios y la casi total eliminación de los bosques tropicales en las Américas. Este evento catastrófico dio paso a nuevas selvas tropicales, impulsando la diversificación de plantas y animales.
Mónica Carvalho y Fabiany Herrera, autores de la investigación publicada en la revista Nature Plants, analizaron el registro fósil de este período para entender la evolución de las selvas tropicales. Su hipótesis plantea que la desaparición de los dinosaurios alteró significativamente los bosques.
“Siempre pensamos en los animales, los dinosaurios, porque fueron los más afectados”, explicó Herrera en un comunicado. “Pero la extinción tuvo un gran impacto también en las plantas. El bosque se reinició, y de una manera que cambió por completo la naturaleza de las plantas”.
La diversificación de aves y mamíferos tras la extinción también pudo ayudar a dispersar las semillas de las uvas. Este descubrimiento es crucial porque muestra que, después de la extinción de los dinosaurios, las uvas empezaron a extenderse globalmente, explicaron los autores. «En el registro fósil, justo en esta época, empezamos a ver más plantas que usan enredaderas para trepar a los árboles, como las uvas», destacó el paleobotánico.
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Una histórica uva en los Andes colombianos
La uva fósil más antigua del estudio fue descubierta en los Andes colombianos, estuvo preservada en una roca por 60 millones de años. El equipo decidió llamar al fósil Lithouva susmanii, «uva de piedra de Susman», en honor a Arthur T. Susman, estudioso de la paleobotánica. Este hallazgo la convierte en el primer fósil de uva de América del Sur y uno de los más antiguos del mundo.
Los autores se encontraban trabajando en los Andes colombianos cuando algo llamó la atención de Carvalho. “Me miró y dijo: ‘¡Fabiany, una uva!’. Y luego lo miré y pensé: ‘Dios mío’. Fue muy emocionante”, recordó Herrera al relatar el momento. La semilla era diminuta, pero pudieron identificarla basándose en su forma particular, tamaño y otras características. En el laboratorio, realizaron tomografías computarizadas que revelaron su estructura interna, confirmando su identidad.
Los primeros fósiles conocidos de semillas de uva fueron encontrados en la India y datan de hace 66 millones de años. Los investigadores creen que no es coincidencia que las uvas aparecieran en el registro fósil hace unos 66 millones de años, aproximadamente cuando el enorme asteroide impactó la Tierra, desencadenando una extinción masiva que alteró drásticamente la vida en el planeta.
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