Una nueva investigación internacional dirigida por la Universidad de Cambridge analizó de nueva cuenta los famosos restos del Omo I, un fósil encontrado en 1967 en el yacimiento arqueológico Omo Kibish al sur de Etiopía, considerado durante décadas el registro de Homo sapiens más antiguo.
Se trata de un cráneo parcialmente conservado y otros restos óseos menores de uno de los tres individuos hallados en el sitio durante la década de los 60 y conocidos popularmente como Hombres de Kibish, cuyas características coinciden con los primeros individuos de nuestra especie.
Aunque la primera datación de Omo I (realizada después de su descubrimiento) arrojó una edad preliminar de 140,000 años, un segundo estudio basado en cenizas volcánicas alrededor de los fósiles estimó que los restos del individuo tienen como mínimo 197,000 años.
No obstante, el análisis más reciente y pormenorizado de una capa de ceniza volcánica que cubrió a los fósiles revela que nuestra especie ya rondaba los suelos fértiles del Valle del Rift mucho antes de la estimación previa:
A partir de la datación de una capa de ceniza producto de una erupción volcánica en la región, el nuevo estudio publicado en Nature sugiere que los restos del individuo Omo I son al menos 36,000 años más antiguos de lo que se creía originalmente.
A través de la firma química del vidrio volcánico propio de la piedra pómez, el equipo pudo relacionar estos minerales con una portentosa erupción del volcán Shala, un fenómeno que tuvo lugar hace 233,000 años a unos 350 kilómetros al noreste de Omo Kibish.
La erupción fue de tal magnitud, que la ceniza alcanzó la región y cayó sobre el sedimento donde se produjeron los fósiles de los hombres de Kibish. De ahí que la nueva datación de los restos de Omo I (encontrados a una mayor profundidad de esta capa) sugiere que el individuo en cuestión tiene al menos unos 233,000 años, edad suficiente para convertirse en el ancestro más antiguo de nuestra especie del que se tiene registro.
El hallazgo refuerza la teoría de que el Homo sapiens apareció entre 300,000 y 200,000 años atrás en el este de África y que su expansión por valles activos geológicamente no es ninguna coincidencia. Mientras los lagos proporcionaban agua dulce y un sitio que atraía animales que servían de sustento, las tierras fértiles y las rocas volcánicas les proveyeron de sus primeros recursos para subsistir.
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